Una de las cosas que peor llevo de Madrid son las multitudes y la masificación. Una incomodidad que en Navidad se acentúa considerablemente. Imposible cenar sin reserva previa, transporte público colapsado, calles intransitables y colas hasta para comerse unos churros en San Ginés. Esperar para comprar lotería del Gordo, esperar para entrar en un parking público o esperar para pagar en los comercios. Todos los días de las Navidades, desde que abren Cortylandia hasta que Los Reyes llegan a Cibeles con su cabalgata. Si quieres entrar a ver la espectacular iluminación extraordinaria del Jardín Botánico, está el aforo completo. Si quieres pasear por Madrid en el Navibus, no hay billetes. Si quieres ir a algún espectáculo navideño, no hay entradas desde hace semanas.

Ante este panorama, los que huimos de esta ebullición llegamos en Navidad a El Puerto como si de un retiro monacal se tratase. Buscando la tranquilidad de la calle Luna o el sosiego de un banco en la Bajamar. El ritmo pausado del Guadalete. El vuelo de las cigüeñas de la Prioral. La brisa suave de las palmeras de Aramburu. La majestuosidad silenciosa de nuestro Castillo.

Ilusionado con disfrutar de estos placeres, me dispuse a dar una vuelta por el centro. Para mi decepción, me encontré un 26 diciembre atrapado en una bulla en plena calle Ganado. Paralizado sin moverme. Gente por todos lados. La muchedumbre venía de ver a la Reina de Las Nieves. Bares llenos, los comercios del centro hasta la puerta y largas colas para ver belenes. Me volví a casa apesadumbrado, esperando que en días siguientes todo volviera a su lugar. Pero no fue así. Probé con la zona de Crevillet, y me encontré con otro gentío viendo el pasacalle de Papá Noel. Y por si no fuera poco, por lo visto ha habido un Cartero Real que ha formado colas por todos los puntos de la ciudad.

Exijo contundentemente responsabilidades al Ayuntamiento, que me ha robado mis calles desiertas de El Puerto en Navidad. Además, ha sido reiterado y con alevosía. Todos los días han intentado fastidiar mi desconexión urbanita con alguna actividad. ¿Hay derecho a esto? Que uno viene desde Madrid y se encuentra El Puerto hasta los topes.

Exijo soluciones. Que alguien les quite las claves de las redes sociales al Ayuntamiento. Que tanto marketing, ese que algunos critican desde la ignorancia profesional, ha atraído a vecinos de todos los barrios, y seguro que a muchos de otras ciudades. Y lo peor es que las redes sociales están llenas de comentarios positivos. Vaya futuro negro me espera. Porque todos estos, el año que viene, van a volver a venir, e incluso se traerán a sus amigos y primos. Evitémoslo, por favor.

Ojalá hubiera sido efectiva la mala publicidad que se intentó hacer de nuestra ciudad, afirmando que no tendríamos ni siquiera alumbrado extraordinario. Y así, yo hubiera podido disfrutar, un año más, de mis calles desiertas en Navidad.

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