Quisiera creerme tantas cosas o desearía que se cumplieran de verdad lo que se dice, lo que se anuncia. Sería maravilloso y magnífico. Aunque la pena es que nos estamos acostumbrando a creernos lo que se nos dice, sobre todo, si es el político de turno quien así lo manifiesta. De todas formas, no a todos nos los creemos, a veces porque no nos satisface, porque no nos conviene o, porque quien lo dice, lo conozco y no me lo creo. Otra cosa es decir cosas que trascienden por aquí y que me llaman mucho la atención.

Algo que este escribidor lo mete dentro de ese conglomerado de ritos y rutinas que casi forman un libreto de expresiones muy consabidas o aprendidas. Así, por ejemplo aquello que se sopla ante cualquier periódico diciendo "me voy a leer las mentiras que dice esto" de la misma serie o ristra del consabido "de La Isla ni el viento". Expresiones guardadas en el armario de personas ya más que caducadas. Porque la Chiclana de hoy ya no es así, afortunadamente.

Y sobre todo, atendiendo al título de estos apuntes, me quiero creer esa bajada del paro en la ciudad, algo muy bueno y beneficioso para todos; aunque, también, sí me creo lo que mi admirado José Joaquín León, en este mismo y centenario Diario, nos decía en su artículo el otro día: "Chiclana, con sus hoteles de lujo, es el séptimo municipio más pobre de España y el quinto con más paro". Hay que creérselo y manos a la obra. No obstante, hablando de hoteles, me quiero creer, aunque me cuesta, esos constantes anuncios en la prensa diaria sobre el llenado de hoteles durante el verano.

Algo que me cuesta mucho asimilar y entender, pues pienso que con estas "levanteras" persistentes y duraderas quién va a venir.

Después de un dineral preparado y luego gastado: no se pudo ir ni un día a la playa (sobre todo en el pasado verano). Acordándome por esto de aquel foráneo que denunció al hotel que lo había acogido por no haberle avisado que aquella semana de agosto el levante no iba a parar.

Cosas para creer y reflexionar después. Y esto que ahora digo me lo creo, porque lo veo desde este mi cierro, y es lo sucia que está Chiclana. Calles en donde el famoso viento agrupa, reúne o aglomera con sus remolinos los desechos o basuras en el suelo, algo que facilitaría el barrido; por eso, no le echemos la culpa al levante. Pero sí.

En fin, mi atento lector, que esto es lo que hay. Una bonita y acogedora Chiclana que no tiene culpa de estas perniciosas y dañinas levanteras.

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