Princesas comulgantes

05 de mayo 2025 - 06:00

Me pregunto qué le habrán enseñado en catequesis a esa niña que hace unos días llegó en una carroza modelo Cenicienta, tirada por dos caballos blancos y guiada por dos cocheros vestidos a la usanza del lacayo dieciochesco, hasta las puertas de una iglesia en San Fernando. O qué habrán deducido los padres sobre la doctrina oficial en torno a la celebración primera de ese sacramento que antes gastaba fama de cristiano y en mitad de la cual se prometía con una mano sobre el Evangelio renunciar "a Satanás, a sus pompas y a sus obras".

En mi ateísmo sobrevenido, desconozco si todavía los niños siguen recitando esa frase. Entiendo, viendo espectáculos como el que comento, que ya no. Entonces, obviamente, yo no sabía a qué se refería eso de las 'pompas', porque con tan tierna edad sólo conocía las de jabón, y últimamente sólo participo, cada vez más, en las fúnebres. Por en medio, entendí que el término aludía a los lujos vanos, al oropel sin sentido y, quizá, a los gastos superfluos y al afán de aparentar, porque en realidad detrás de todo eso se escondía el demonio.

Naturalmente, todo el mundo puede hacer con las comuniones de sus hijos lo que le venga en gana, así como gastar el dinero en lo que le parezca, y esto no puede ser una crítica a comportamientos personales, que allá cauno con sus caunás. Aunque en esta ocasión, la vida personal se ha convertido en espectáculo público (conociendo un poco este pueblo, no sería de extrañar una Magna de carrozas de comunión para próximos mayos). Se trata solamente de reflejar y manifestar mi propio asombro hacia un comportamiento, cada vez más extendido, que conlleva que los más pequeños vivan en una vida irreal de cuentos inexistentes y con premios por nada.

Por mucho que se empeñara Joaquín Sabina, al parecer y visto lo visto, las niñas siguen queriendo ser princesas, o al menos sus padres lo creen así. ¿Pero es que nadie les enseña que para eso hay que nacer en una familia regia? ¿O que los príncipes, azules o no, están demasiado cotizados, algo así como muy por encima de sus posibilidades? ¿Y que muchos, además, no son precisamente un ejemplo de nada? Vamos, que a cierta hora, siempre, siempre, a nosotros los carruajes se nos tornan en calabazas. Como tiene que ser.

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