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La potra de Vallecas

¿Qué ídolo querría matar Isabel? Casado no puede ser porque Casado nunca fue ídolo de nadie, ni de masas ni de pesos; es eso que antes llamaban un advenedizo

Al igual que cuatro coma dos millones de españoles, el miércoles vi la entrevista que le hizo Pablo Motos a Isabel Díaz Ayuso. Sus hormigas reventaron los índices de audiencia. Es lo que se llama un win-win: te ven o te leen los propios y los ajenos, los amigos y los enemigos (ahora que lo pienso, no acierto a saber dónde se encontraría Teodoro García Egea, alias "el bloqueado", si entre unos o entre otros).

Aunque por momentos la interviú fue de un peloteo fácilmente evitable, al final la charla tuvo su miga, gracejo y su aquél. Si bien la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid repitió con precisión los argumentos que le habían prefijado sus asesores, también se salió del guión. Y eso hizo que la conversación ganara muchos enteros.

"El verso libre es desleal", dijo Ayuso haciéndole la competencia aforística a mi tocayo García- Máiquez. El concepto de la lealtad en boca de un político es equívoco. A diferencia de la RAE, ni limpia, ni fija, ni da esplendor. No cabe ser leal para con un traidor o desleal con uno mismo y eso que hay quien ya no es fiel ni a su equipo de fútbol. Tengo varios amigos que han dejado de defender al Barça por su deriva independentista. ¿Se puede dejar de ser culé o del Atleti? Eso suena a aquellas terapias para dejar de ser gay. Isabel Díaz Ayuso dijo ser colchonera. De la entrevista completa, al margen de su inevitable parte mitinera, me agradó la demostración de conocimientos musicales de que hizo gala Isabel. La presidenta tiene un tatuaje de Depeche Mode en un brazo. Por ello sonó "Personal Jesus" cuando accedió al plató. Luego confesó que ocultaba otro grafiti sito en zona de guerra, pero no desveló de qué. Tras esto, reveló su predilección por Julio Iglesias y Héroes del silencio. Uno se imagina a la Isabel más tabernaria de los noventa gritando ¡Avalanchaaaaaaaa! a boca llena y no puede sino sonreír. ¿Qué pensará Bunbury? Qui-lo-sá. Tras eso, le pusieron una fugaz ráfaga de acordes musicales e Isabel debía adivinar de qué canción era la de la exigua melodía que sonaba. No falló ni una. Manolo García, Alaska, Alejandro Sanz… Aquello fue el Bolero Mix Ayuser.

Valiéndose de un lenguaje desenfadado, que no cheli, la diosa griega de la derecha clásica pudo permitirse el don de la iconoclasia. Un asesor de imagen atrevido la hubiera llevado al Hormiguero ataviada con camiseta "Kill your idols" bajo una americana colorida, en plan rockera y tal. La nueva ola del PP escucha a Metallica, como Malú. ¿Qué ídolo querría matar Isabel? Casado no puede ser porque Casado nunca fue ídolo de nadie, ni de masas ni de pesos; es eso que antes llamaban un advenedizo. Es decir, el que adviene. Nadie lo esperaba y entró por la puerta de atrás del PP. Un backdoor man. Como Ayuso.

Isabel Díaz Ayuso se sigue revelando como una contrincante temible y avanza con paso firme hacia esos lugares comunes que todos conocemos: estoy a disposición del partido et alii. Ella no es Feijoó, ni tampoco Juanma Moreno. Para nada. Acaba de empezar a dar clases de boxeo y pega ya hostias como panes. Al final va a resultar que la potra de Vallecas era ella y no el Poli.

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