El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Hay textos evangélicos que siempre me escandalizaron. Otros que me asustan desde niña. Uno de ellos, comentado por tres evangelistas, es una confirmación de Jesús “…a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis”.

Constata que siempre habrá pobres y eso me produce escalofríos. No lo entiendo.

Puedo comprender que por causas indeseadas, como la última guerra de Ucrania, o el terremoto de Siria y Turquía la gente tenga que abandonar todo y huir para intentar salvarse. Puedo entender que por circunstancias climáticas, ajenas a la voluntad de todos, las sequias acaben con las cosechas y las personas se vean obligadas a buscar otro lugar con condiciones dignas. Entonces el número de pobres aumenta y otra parte del mundo toma conciencia y busca cómo ayudarles.

Llevo días rumiando que posiblemente, Jesús no sólo se refiriera a esa pobreza ajena al deseo del individuo. Sino a otra, más cómoda. Trataré de explicarme.

Leímos hace poco más de dos semanas la detención de unos ucranianos por explotar a sus compatriotas y robarles lo poco que pudieron conservar en su huida: “Cae una banda de ucranianos que usaba balizas para robar dinero y joyas a sus compatriotas refugiados en España”. Esto sí que es tener pobreza absoluta.

Pobreza es también la de las grandes compañías que se enriquecen a costa de la sobreexplotación de los recursos del los países más pobres, impidiendo a sus gentes sueldos dignos con los que poder mejorar el acceso a la sanidad o a la educación, asegurándose así el predominio sobre ellos.

Pobreza es la de todos esos, que en nuestras sociedades, no quieren salir de ella por más que se les oferten ayudas… También la de los que nos creemos magníficos porque, de vez en cuando, intentamos asistirles.

En los informativos la desesperanza es habitual. Estamos tan acostumbrados a ella que, como tantos pobres, seguimos comiendo a pesar de los cientos de ahogados o de la miseria de gritar a un oponente político: ojalá su madre lo hubiese abortado.

El texto que me asusta es la segunda parte de la frase. Ese… “a mí no siempre me tendréis”.

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