El Alambique
Manolo Morillo
El trompeta
Pasión.emocionantes semifinales. Cuatro equipazos llenos de gloria. Al menos, en el devenir de esta competición del 2025. Uno, el Arsenal, eliminó al monarca de la competición con una superioridad pasmosa; otro venía de merendarse a uno de los príncipes de Europa, el siempre difícil mecanismo de Baviera; y el París se había quitado de encima con padecimiento al modesto y españolizado Aston Villa. Finalmente, el representante de España, el FC Barcelona, tras montarse en la giba del Borussia (4/0), se pudo permitir el lujo de perder en Dortmund.
Las semis mostró la superioridad del team de Luis Enrique sobre el pundonoroso equipo de la santabárbara londinense en ambos encontronazos, dando al partido de la Ville Lumière una versión exacta del entrenador español. París no hace el juego que a muchos nos gusta, el partido no fue de antología; pero el PSG es coriáceo, sin fisuras, semiflexible, astuto, sabe a la perfección salvaguardar la ropa antes de lanzarse a nadar. Y dispone de un instrumental humano fuera del alcance de las economías de los restantes clubes de Europa. En primer lugar, la noticia grande es la vuelta al mundo de los vivos del portero Donaruma. Donaruma pertenece al club de los dos metros, como Cortés, y del Club de Flor, y está haciendo la temporada de su vida, tras el horrible percance que le dejó media cara hecha un sangriento mapa. Y fue el largo el que evitó la eliminación del equipo francés. Sin él, dudamos, no afirmamos, de que quizá no habrían llegado a la final. Pero para eso cobra. Y ahí está el irrepetible Luis Enrique, volviendo al ruedo de las Ventas tras haber salido anteriormente a hombros en 2015 con una muleta mágica: Messi, Neymar, Suárez. El PSG acertó cambiando de política. No se trataba, Alquelaifi, de rellenar el álbum de bellos cromos, sino de tener una idea de juego y un proyecto a breve plazo, de empezar por la planta baja y a partir de ella, ir progresando hacia el rascacielos soñado. Y el cimiento inicial consistía en hallar un tipo que supiera lo que traía entre manos, un entrenador de triunfo, no un gentleman, sino un futbolero de los que no gustan al contrario, que es valiente, a veces lenguaraz o rozando el descaro. Helo ahí: el astur Luis Enrique.
Siguiendo en semis, presenciamos dos partidos de órdago a la grande: un 3/3 en Barcino y un 4/3 en Milán. Espectacular fue la segunda parte del participante español en San Siro, levantando un inopinado 0/2 que a muchos les hizo apagar la tele. Yo mismo, me dije: “Se acabó, esto no hay quien lo levante, un cero a dos contra un Inter que ha sufrido un único gol en la fase inicial, puaff, listos. ¿El Barça? Un cadáver más para la trituradora italiana”. Pero me equivoqué. O nos equivocamos. El Barça, ha pergeñado el reto mágico de la palabra remontada, tantas veces mantenida por el equipo del Bernabéu. Se ha acostumbrado a remontar los ríos más bravos. El Celta ganaba 1/3, terminó, 4/3, por poner un ejemplo cercano. Y así le salió una segunda parte para ponerle un marco en Corripio. ¿Recuerdan? Hoy día no hay equipo más capaz de levantar un resultado adverso que el de san Flick. Un inciso: lo hemos elevado a los altares porque cogió a un equipo derrotado, herencia que le legó el testamento de Xavi, y lo ha puesto a competir con una mezcla de chavalería y veteranos, a la altura de los grandes-grandes. Lean los resultados exitosos de esta temporada, que no ha podido culminar con una final de Champions por un par de minutos, porque de aquel temible 0/2 se pasó a un 2/3 faltando un par de minutos. ¿Cómo pudo perderse ese partido a la gloria? Muy sencillo, por la bajísima forma de un jugador hasta hace poco casi invencible, Araújo. Este defensa ha secado a Vinicius en Chamartín hace menos de un año. Pero fue culpable directo no sólo del tercero, sino asimismo del cuarto. No se puede ser más ingenuo ni más atontado ante unos rivales que si los dejas pensar dentro del área te dinamitan. Pasaporte en regla. En mi opinión no volverá a jugar con el Barça. Otros errores: el pase atrás de Olmo que provoca el dudoso penal sobre el argentino. ¿Cómo puede centrar totalmente solo dos veces el extremo italiano en el primer gol? ¿Dónde estaba el lateral Martín? Comprando palomitas en la esquina. San Flick: no era un partido para alinear a un muchacho torpón, despistado casi siempre, etc. ¿Otras soluciones? Rellenar el lateral con el estupendo veterano Martínez, o situar a Gavi en la banda, o bajar a Moret y vestirlo de corto…
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