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La niña de la curva

La lista de espera para hacerse la prueba de descarte del Coronavirus es más larga que un día sin cuatrocientos panes

La niña de la curva, figura espectral que se aparece a los viandantes de noche, es sanitaria y lleva batas blancas y verdes como nuestra bandera, pero no guantes de nitrilo ni mascarillas FFP3. Salió a pasear hoy que se ha conocido la denuncia interpuesta por el Consejo Andaluz de Enfermería contra Gobierno y Junta de Andalucía por un delito contra la seguridad en el trabajo y prevención de riesgos de los profesionales sanitarios, denuncia que se une a otras como, por ejemplo, la presentada contra el doctor Fernando Simón, que cambió de opinión más veces que el viento en Tarifa.

Y casualmente el día en que la curva doble de infectados/fallecidos aumenta en toda Al-Andalus —excepto en Zahara de la Sierra— quería yo saber qué es lo que realmente pasa en nuestros hospitales y por eso he contactado con profesionales de la sanidad, médicos de trinchera, enfermeros de esos que se juegan los cuartos en cada planta. Y lo que me han contado me ha horrorizado tanto que he decidido horrorizarlos a ustedes. Abróchense el cinturón que despegamos.

Resulta que entre el uno y el dos de marzo el Ministerio de Sanidad ya desaconsejaba a los sanitarios acudir a congresos, reuniones o eventos científicos por la alta tasa de contagio y la velocidad de propagación del Covid-19; lamentablemente, de la Champions u otras manifestaciones no dijo nada. Eso sí, hubo sociedades científicas que aconsejaron a los suyos que los pacientes con enfermedades debilitantes o crónicas no fueran a consulta ni se hicieran pruebas diagnósticas, salvo urgencias.

Sin embargo, algunos jefes de servicio de centros públicos y privados se negaron a ello para "no provocar alarmismo". Esa razón fue también esgrimida por supervisores de quirófanos y jefes de enfermería de hospitales andaluces al reprender a los profesionales que unilateralmente decidieron protegerse con mascarillas y gafas protectoras, compradas con su propio dinero.

Los médicos de la curva arriesgan su salud al realizar técnicas de alto riesgo de contagio sin batas impermeables —sustituidas por bolsas de basura— y con materiales reutilizados hasta el agotamiento. La ausencia de mascarillas hizo que en algunos centros se entregara a sus sanitarios una sola mascarilla al día; en otros, una a la semana. Algunos, aún las compatibilizan con el uso de pantallas protectoras imprimidas en 3D, sin homologar.

Recibo graves críticas hacia Preventiva: médicos y enfermeros con dolencias crónicas o tratamientos anticancerígenos que pidieron no tener contacto con infecciosos carecen de respuesta semanas después, doctoras embarazadas fichan en sus puestos de trabajo y realizan turnos eternos para cubrir las necesidades de planta.

La lista de espera para hacerse la prueba de descarte del Coronavirus es más larga que un día sin cuatrocientos panes. En Cádiz hubo dos médicos sin sintomatología: tardaron una semana en hacerles el test y otra semana en darles el resultado. Dos galenos, sí, en Cádiz: dieciséis días aislados cautelarmente en casa, separados de sus familias. Y de sus pacientes. Pero no eran ministras de igualdad.

Eso sí, mis expertos expresan su gratitud hacia las asociaciones que les hacen gorros y mascarillas (AMPA, Proyde, Cáritas), y las empresas y comercios que donaron el material que tenían. Señalan la incompetencia de quienes anteponen el cumplimiento del cómputo horario y la presencialidad a la salud: los profesionales de atención primaria quieren que se les permita teletrabajar sin que les pidan recuperar horas ni que sus nóminas decrezcan a final de mes.

Nuestra sanitaria de la curva murió y morirá por la negligencia o culpa de algunos, ya se verá quiénes. Su programa no fue cancelado de improviso como el de Íker Jiménez, ni se vetaron sus preguntas en preguionizadas ruedas de prensa. Eso sí, antes de convertirse en fantasma, la chica de la curva encontró la paz: escribió un testamento ológrafo, de su puño y letra, válido en los oscuros tiempos de la última pandemia.

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