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Los muertos de Errejón

Comenzarán a exhumar cadáveres del Valle de los Armarios hasta la derrota final

El anunciado salto de Íñigo Errejón a la política nacional con Más País su proyecto político inicialmente circunscrito a Madrid ha tenido un poderoso impacto entre sus antiguos feligreses y correligionarios. Muchos se han apresurado a advertir de que su aparición supondrá la fragmentación de eso que han venido en llamar "la izquierda", como si alguna vez los partidos opuestos a conservadores, liberales y democristianos no hubieran estado desunidos y a la gresca. Montero Glez narró hace poco cual testigo privilegiado la llegada de Pablo Iglesias a Cádiz para un mitin de comienzo de campaña electoral, acompañado de su viejo amigo Eneko, que no era otro que Errejón. ¡Cómo han cambiado las cosas en el fundo heredado del 15M!

Esos camaradas de sangre surgidos de la universidad más progre y reaccionaria idearon, bajo la tutela del molesto y cotizado redactor de informes Juan Carlos Monedero, la estructura de un nuevo partido que habría de aglutinar a las clases obreras y no tan obreras descontentas con el bipartidismo y la casta. Recuerdo la primera vez que vi a Errejón intervenir en un programa de televisión -en La Sexta, claro-: me pareció un JASP. Respondía las preguntas del periodista que lo interrogaba con buen léxico y claridad de ideas. Me cayó bien, pese a que se parecía a un protagonista de Homeland. Rápidamente fue objeto de burlas: la boquita de piñón, su aspecto aniñado, de recién destetado. Cuando empezó a ser un incordio alguien filtró lo de la beca en la universidad y minó su credibilidad. Nada de eso preocupó mucho a Iglesias, en realidad. Sí lo hizo la voluntad de Errejón de ser trascendente, de oponerse a la directriz oficial, de tender puentes y pactos por encima del deseo de su amigo y líder, que buscaba fagocitar Izquierda Unida y mordisquear las bases del PSOE.

Luego llegó la conocida purga errejonista: primero, volaron sus aliados y, posteriormente, ardió el propio Íñigo, relegado al último pupitre a mano derecha, junto al water. Su postrera alianza con Manuela Carmena fue un duro babuchazo para el Iglesismo: perdió Madrid y perdió a la propia Carmena, que de ser ídolo de masas y ejemplo supremo de que "Sí se podía" pasó a ser tildada de "abuelita" en cuanto se opuso al Komitern. Retirada de la política Carmena, Errejón es el oscuro objeto del deseo para los que pretenden aliarse con él y para los que ansían que suba la marca Más para que baje el oficialismo podemista. Parece cercana una alianza con la maltratada IU y, quizá, con el Podemos "andalucista" que defiende Teresa Rodríguez. Ya se verá.

Lo cierto es que el máximo beneficiario de que Íñigo Errejón saque un partido político de ámbito nacional es el propio Errejón, que de ese modo garantizará que los próximos cuatro meses (o cuatro años) su formación obtenga diputados, nóminas, subvenciones y dietas. El daño que hará esta segregación intestina a Podemos & Confluencias será tremendo: habrá muertos en ambos bandos y a buen seguro los ejércitos rojos, cautivos o desarmados, comenzarán a exhumar cadáveres del Valle de los Armarios más pronto que tarde, hasta la derrota final.

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