Por curiosidad he ido al diccionario para comprobar si la definición de analfabeto había variado con el paso del tiempo. Y no, sigue igual a pesar de que hoy se ha quedado cortita. Le cuento:

Hace más de cincuenta y cinco años asistí a una conferencia en cierto Colegio Mayor de Madrid -de nombre escandaloso para la progresía andante, al igual que el conferenciante-, cuyo contenido se basaba, precisamente, en que la primera acepción de la palabra -"Dicho de persona que no sabe leer ni escribir"- había quedado insuficiente en tanto en cuanto existían personas que deletreando o juntando palabras no se redimían de su condición analfabeta. El proscrito conferenciante se inclinaba por definir esa carencia como "a imposibilidad del ser humano para incorporarse conscientemente al medio donde se vive", que es la finalidad que la comprensión lectora proporciona para no sentirse socialmente desplazado del lenguaje que se utiliza en sectores tales como el cultural, el económico, el político… En la actualidad podría sintetizarse en tres palabras: "Para no ser piara".

Casi sesenta años después, ya digo, se pone de manifiesto que la tesis del conferenciante era la acertada aunque en la práctica se haya estrellado. No saber interpretar la factura de la luz, ni las manipulaciones políticas y/o bancarias, ni distinguir las diferencias entre socialismo y bien social, capitalismo y mercantilismo, liberalismo y anarquismo, que nos roben el pasado y nos nieguen participar personalmente en el futuro son muestras suficientes para afirmar que el analfabetismo ya forma parte de nuestra “cultura”, y lo peor es que parece no importarnos a que nos llamen piara, rebaño…

Sí, es cierto que tal y como se vive hoy resulta más complicado que ayer, cuando ser remolón no era tan escandaloso precisamente porque casi todo se limitaba a sota, caballo y rey. La resignación tiene un mucho de impotencia, sobre todo para los que sólo deletrean y no alcanzan el nivel de comprensión que se necesita para trascender de la manada. De ahí los modelos educativos, tan cómodos para los que mangonean.

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