Cada momento histórico marca a las personas que nacieron en esos años. Las denominaciones son inmensas, algunas famosas, como la que creo a los niños de la guerra, los de la postguerra, los del picú, los del sesenta y ocho… cada uno con su particularidad.

Los que nacimos entre mitad del 65 y la Constitucion, al fin y al cabo, somos la generación del walkman, o el gualman, para que nos entendamos. Nacimos en una época de cambios en la que, por la edad, ni nos enteramos de nada, ni participamos en nada, cierto que al llegar a cierta edad, ya si observábamos, desde la mas absoluta memez lo que ocurría a nuestro alrededor.

Así las cosas, y hasta que tuvimos una edad de discernimiento, nos limitamos a ser meros observadores mudos de la historia. En nuestro despertar el no va más eran aquellos aparatos reproductores portátiles que usaban cintas y unas orejeras para escuchar la música, bueno y los relojes calculadora.

Nuestra generación no votó la Constitución, ni a los primeros gobiernos democráticos, y en función del núcleo familiar, los buenos o los malos, el blanco o el negro dependía de como mirásemos a los grises, el cual vimos cambiar de color hasta dos veces.

Vivimos el más pacifico y mayor cambio de la reciente historia de España como si no tuviera nada que ver con nosotros, y para muchos, para la amplia mayoría de nosotros, con padres normales y corrientes, sin grandes sobresaltos, excepto cuando murió mi tía Lola aquel 23 de febrero, en donde ya intuía que el revuelo no era por su fallecimiento, tenía casi noventa años, sino por las noticias.

Para los que no escribimos la historia, para los que el político más cercano era alguien del Ayuntamiento, fuimos felices, llegamos a la mayoría de edad, unos antes que otros, con escaso conocimiento, dando el voto a quien mejor nos caía, o a quien considerábamos que tenia un discurso mas afín. Y entonces pasó, nuestros abuelos habían cambiado la radio por el picú, nuestros padres el picú por la tele, nosotros la tele por el walkman, todo se disparó, llegó el CD, el PC, el internet y tuvimos tal sobrecarga de información que aquello que no pudimos vivir, porque éramos pequeños, se nos reseteó en la mente. La mente de algunos niños del walkman se transformo en la de un autentico niño del pijama de rayas, y comenzó una lucha por irreales sufrimientos no vividos que los volvió carajotes del todo.

Creo que como ocurría antes, voy a coger mi viejo walkman, me voy a colocar aquellos cascos con las esponjas naranjas, y aunque no tenga pilas, voy a coger el camino de San Luis escuchando a Siniestro Total.

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