Tanto como se habla de las tres ces de Cádiz, con críticas incluidas, la ciudad debe, quizás, apostar por una cuarta ce, por una letra capitular y transversal que empape todos y cada uno de los proyectos que se dibujen en la capital: la ce de calidad. Ya sea en el ámbito público o privado, Cádiz tiene que apostar por que cualquier paso que se dé en este rincón de altas posibilidades y escaso desarrollo esté presidido por el trabajo bien hecho, por el cuidado de las formas y el fondo, por el empeño (después se conseguirá o no) en distinguirse y, en definitiva, por huir de lo fácil, lo intrascendente o lo vulgar. La calidad, por ejemplo, es lo que ha traído hasta Cádiz la primera estrella Michelin. Más allá de discusiones en torno a la alta cocina y sus elaboraciones, que el libro de los gustos está aquí más abierto que nunca, hay que valorar el hecho de que la estrella ha premiado la originalidad y, sobre todo, la calidad.

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