Lo siento, no contéis conmigo para blanquear vuestra ineptitud. Sí, os hablo a vosotros, a los de siempre, los del todos y todas y los del arribaspaña; nuestros irresponsables políticos responsables de que siga contagiándose y muriendo gente pese a haber vacunas en nuestros pastos. Hurtáis tiempo al período de vacunación mezclándolo -agitado, no revuelto- con las fiestas, con esa Navidad que tanto os cuesta nombrar según quiénes seáis, con la Nochevieja de la ordinaria Pedroche y la floreada Obregón, con este año nuevo restringido y limitado y, ahora, con los Reyes Magos y sus cabalgatas de coña.

Sois unos ineptos, y siento mucho decirlo así. O no, en realidad. Porque no tiene sentido que estando almacenada ya una morterada de dosis de Pfizer no se haya coordinado una vacunación masiva y a destajo contra el Covid19 con la máxima urgencia. En cambio, estamos siendo testigos de la celebración de fiestukis diarias a go-gó por parte de pijos de mierda y okupas de hez, insolidarios descerebrados que ponen en riesgo a todo el mundo.

Mientras tanto, veo vídeos de profesionales sanitarios ofreciéndose altruistamente a vacunar a la población y de militares expectantes, deseando movilizarse y ayudar, y concluyo que todo va del sucio parné. ¿Cuánto cuesta ampliar sus contratos, cubrir las horas extras de soldados, médicos y enfermeros? ¿Quién lo paga? Papá Estado. Uf, dirán, no podemos permitir que la sanidad pública se colapse, no vaya a ser que nos echen en cara que tengamos que tirar de la privada, esos explotadores, etcétera, por no haber dotado de fondos a la primera.

Lo que yo decía: sois unos ineptos. Tenemos que exigir a los dirigentes políticos que primero vacunen y luego pregunten. Deberían confinar a toda España durante un nuevo período de tiempo pero, ¿sabéis cómo? Hospitalariamente. Una semana de cierre matronal en la que todos permanezcamos en casa viendo a Filomena en el telediario, esperando a que los sanitarios nos administren la primera dosis de la vacuna, y que, en siete días, sólo eso, se pinche a toda pastilla al rebaño ibérico buscando su inmunidad.

Lo malo es que los ineptos suelen hacer honor a su nombre. ¿Cómo, si no, puede explicarse que el ministro de Sanidad vaya a dedicar sus ímprobos esfuerzos y sesudas reflexiones a la campaña electoral catalana justo en medio de la mayor pandemia de los últimos cien años? Incluso su compañera ministerial, Yolanda Díaz, no ha podido callarse y lo ha apuñalado con sonrisa de Joker. ¿La especialidad de la casta? Probablemente.

Pero, claro, para vacunar a quemarropa tendrían que repartir pasta a lo crupier y quizá, sólo quizá, haya que esperar a que salgan a la venta otras vacunas en días venideros, como la de Moderna. Es una especie de democratización del oligopolio farmacéutico, si lo piensan. No podemos comprar cincuenta millones de vacunas a Pfizer porque hundiríamos a la otra mercantil. Hay que repartir el beneficio neto, falte quien falte, muera quien muera. Y ahorrar lo que se pueda, mientras tanto. ¿Verdad que sí, ineptos?

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