Fin de año

03 de diciembre 2025 - 03:04

Acabael año, un año lleno de derrotas y algún oasis de triunfos. Digo el año, no esta temporada. Porque en este año hemos estado al borde de la tercera división. Ya sé que se llama Primera más unas letras; pero para un veterano de esto de la pelota Primera es Madridbarça, los dos hermanos fratricidas. Vaya sinrazón. Se temen, se espían, se desuellan vivos desde los palcos presidenciales, van a muerte en los duelos y… se aman. Ninguno de los dos sería nada sin la existencia del otro, son como una unidad discordante, un águila bicéfala del fútbol mundial. Y si no, vean cuántos millones de personas ponen la tele en los Madridbarça. Con un Liverpool/Manchester City, for example, no ocurre lo mismo.

Y ya puestos, veamos qué hicieron los dichos hermanitos fementidos. Uno, regular; el otro, mal. El catalán se encontró con un gol en el segundo cuarenta, una demostración de vestuario que sale al verde sin ardor, temeroso, fofo. Un gol del enclenque Alavés, un tanto de córner horriblemente defendido, cuyos primeros culpables fueron un Casadó que perdió más balones que nunca, y el novicio, novato Bernal, uno que la propaganda/Sport llamó “el sucesor de Sergio Busquets”. Blasfemia futbolera. Luego el Messito empató y al final cayeron dos chícharos más que no tiñeron de bondad el partidillo, precisamente. En cuanto al Real Albo ni siquiera pudieron conseguir un triunfo frente a un equipín al que con Ancelotti golearon plácidamente la temporada pasada y que tiene medio pie en Segunda. Estimo, perdón por la audacia, que Javi Alonso tiene un problema, un problema que desconozco, pero cuyas huellas tienen apellido. Es llamativo cómo Javi se está cargando a un Valverde al que Ancelotti llamó en su día “un número uno”. Empezó poniéndolo de defensa lateral derecho y naufragaba el uruguayo. Ahora lo deja desprotegido en el centro del campo, de modo que ni se nota su presencia vacilante, ensombrecido por un Bellingham que tampoco tira cohetes. Aquellas cabalgadas de 60 metros y aquellos golazos del uruguayo desde el fin del área han desaparecido, y en su lugar hay un jugador borroso, indeterminado. En un suicidio futbolero ha tenido la osadía, Alonso, digo, de tocarle las narices a Vinicius, un tipo que con confianza puede desestabilizar a cualquier contario. Menos mal para el Real que fichó a Embapé. Quítenle ustedes el porrón de goles que ha hecho la Tortue y discurran adónde estaría el team de Cibeles. El quita y pon de Arda es insoportable una vez idos los dos irrepetibles, ya saben, el duetto Modric-Kroos. Nadie, dicen, tira piedras sobre su propio tejado, ciertamente; pero también hay quien no sabe cuál es su tejado mientras tira la piedra.

Concluido el vistazo a Madridbarça diremos que los amarillos empiezan el fin de año con unos cuarenta minutos finales que quizá hayan sido los más dignos de este curso. Porque el primero fue para el “Lapero”. Los muy mayores saben a qué llamábamos los gaditanos el Lapero, un lugar adonde la ciudad tiraba su basura del camión al mar en frente de Capuchinos, la capilla en la que murió prácticamente el genial pintor andaluz Murillo. Pues eso, el primer tiempo, par Lapero. El verdiblanco jugó todos los 45 minutos en campo del Cádiz. Y se hartaron de chutar. Mal, pero se saturaron de bombardear a un buen Aznar. Volvía a ser el grupo inoperante de las últimas semanas, sin pasar del círculo central, como si no existiera la puerta contraria. Menos mal que el segundo, con el equipo cuarenta metros más adelantado, tuvo chicha, especialmente un golazo, hipergol, de Mussa desde fuera del área. Imparable. Antes, el gadita Rosa clavó de un cabezazo hábil y furioso la red. Con el cafelito humeando y los polvorones en los dedos nos dijimos: “Hoy podemos merendar tranquilos, un dos a cero es pastá tranquilo”. Y un yogur (leche agria). Marca el Córdoba. Se derramó el café de un codazo, se cayeron los polvorones al suelo. Para colmo el árbitro alargó el partido ocho minutos de nervios. Finish. Gg, a repetir este segundo tiempo. Tres puntazos de plata. Recuérdese que estábamos en Córdoba, ciudad de excelentes plateros.

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