En el mundo de lo políticamente correcto, a veces parece que decir la verdad, el expresar un sentimiento sin edulcorante, reconocer una debilidad en el mundo de la ley del más fuerte, causa extrañeza. Acostumbrados a hacer piruetas y caer en los tópicos para no decir nada, cuando uno desnuda su alma en público provoca en algunos una sensación de sospecha y prefieren moverse en los terrenos de las conspiraciones. Algo así como un "algo debe haber detrás de esto". La cara A no esconde una B. El mensaje es directo y claro, sin dobles interpretaciones. Vivimos en una sociedad en la que está prohibido mostrarse vulnerable, donde somos incapaces de reconocer en público y privado errores y donde siempre tratamos de echarle las culpas al de enfrente para eludir la autocrítica. Salirse del camino que estaba ya marcado a veces cuesta trabajo pero , si es necesario, es lo más honesto.