Permítanme acercarles algunas ideas sobre lo expuesto en la inauguración de la XXIII Fiesta de los Patios, liderada por José Ignacio Delgado Poullet , en la que se entrecruzan exposiciones, historia, literatura, música, pintura, gastronomía, costumbres y experiencias de nuestra preciosa ciudad de El Puerto de Santa María.

Todos coincidimos en que el patio era mucho más que un lugar común. Significaba la pertenencia a un grupo, casi familia, que exigía un mínimo de normas, como el saludar o el cuidar los lugares compartidos. Era la confianza de salir encajando la puerta, la ayuda en los partos y el control de la chiquillería. El caldo caliente al anciano que vivía solo. El respeto a lo Sagrado, trasmitido de padres a hijos.

Eran sencillez y convivencia porque, al olor de la achicoria, las vecinas, sentadas en sillas de enea, bajaban dobladillos, rehacían jerséis, zurcían calcetines o hacían mallas. Y el reciclaje. Aprovechaban hasta el agua de lavar.

En los lavaderos, las mujeres, con sabañones del frote y del frío, comentaban verdades “más claras que el agua”. De ellas aprendimos cómo tender: camisas con camisas, del revés, protegidas de nuestro sol celoso, dispuesto a robar colores. ¡Cuánto debemos a esas lavanderas que, con tanto oficio, mantenían impecables a sus familias!

El patio significaba la ausencia de la soledad y del aislamiento, a pesar de que existían tantas carencias. Algunas resueltas, como la escolarización o las vacunas. Sin embargo, no siempre podemos asegurar que seamos más felices. Hay demasiadas individualidades, demasiado niño solo, jugando con su móvil.

Analizadas y comparadas estas realidades, cabe preguntarse cuáles son las verdades impulsoras de esta fiesta. Las intenciones de estos eventos. Para qué tanto trabajo. Por qué nos implicamos.

Las respuestas resultan evidentes: urge recuperar los valores de los patios. Que la ciudad muestre sus tesoros. Es importante el descubrimiento de artistas tímidos, como Milagros Tejada, exponiendo por primera vez.

Los patios serán la excusa para reunirnos con amigos, impregnarnos de cultura, y sobre todo, coincidir en el deseo de que a nuestra ciudad regresen el trabajo y la prosperidad.

Gracias a Nani, a los embajadores, a los responsables municipales y a todos los implicados.

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