Sucedió en Estados Unidos, los partidarios del presidente Trump, apoyado por este, no reconocieron la victoria de Biden. Tantos ataques a la ilegitimidad del nuevo presidente, a la no aceptación de los resultados, terminaron con el violento asalto al Congreso. La democracia de los EEUUU no se ha recuperado todavía ante tamaño atropello provocado por parte de un presidente que ha desprestigiado a su país y a la libertad de los votantes.

Ha sucedido también en Brasil. Las dudas sobre la limpieza electoral por parte del presidente perdedor Bolsonaro negando la victoria de Lula provocó un largo enfrentamiento entre partidarios de ambos y el asalto de la sede presidencial, el Congreso y el Supremo.

Todas estas alteraciones del orden debido a la deslegitimación de los resultados electorales por parte de los perdedores ¿a qué nos suena? Este ruido lo estamos viviendo en España durante todo lo que llevamos de esta legislatura. Y también lo sufrimos cuando el presidente Zapatero logró el triunfo. En definitiva, siempre sucede cuando la derecha política está en la oposición. Decimos que es imposible que estos altercados violentos puedan suceder en España. Todo es posible, pero estamos jugando con fuego. El PP, de antes Casado y ahora Feijoo, no reconocen la victoria del presidente Sánchez. Podrán estar de acuerdo con él o no, les gustara más o menos, pero es un presidente salido de las urnas y por consiguiente tiene toda la legitimidad para gobernar el país.

La manifestación de hace unos días en Madrid de todas las fuerzas del ámbito de las derechas, apoyadas por algunas asociaciones, fue toda una proclamación de no saber perder, de no aceptar que el gobierno en una democracia solo puede venir de los votos de los ciudadanos. A los gritos ofensivos se unieron los de que el presidente se marchara y dejara el gobierno, los de presidente ilegitimo, los de traidor, los de anticonstitucional y toda clase de tropelías.

La utilización de banderas, algunas anticonstitucional, y del himno español como distinción de buenos y malos españoles es todo un síntoma de la descomposición política que sufre este país. Además, es muy peligroso que la derecha vuelva a repartir carné de patriotas y de quiénes son buenos españoles. Ya hacía tiempo que esto no sucedía, sobre todo de esta forma con tanta violencia dialéctica. Es sorprendente que estos partidos se quieran apropiar incluso de la Constitución que sirvió para todo lo contrario, unir y no dividir. Además, los que se apropian del título son los que menos votaron a favor de la Carta Magna y eso se puede comprobar fácilmente.

Este ruido de los partidos no está en la realidad del país. No todo es cuestión de enseñar banderas, estas se llevan dentro y cumpliendo la Constitución, cosa que algunos partidos no hacen. España ni se ha roto, ni ha entrado en recesión, ni está en la cola de Europa a pesar de los malos augurios que han venido pronosticando la oposición y sus medios tóxicos. La bandera no se puede utilizar para romper, todo lo contrario.

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