Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Teletrabajo: te fías o espías

Según la agencia oficial Eurofound, España es el país donde más algoritmos de control remoto del trabajo se utilizan en la UEEl trabajo desde el hogar es un plato que no es del gusto de todos, no sólo del patrón

Con el trabajo profesional -o sea, el que no es doméstico y gratis- en casa sucedía hace no tanto como con el desplazamiento en bicicleta sin afán deportivo: no sólo no era reconocido como beneficioso para la persona y para la comunidad y su sitio, sino que más bien resultaban actividades sospechosas, como de vagos y maleantes, según la terminología de la mítica ley republicana de allá por 1933. Quien iba en bici por las calles era alguien que no tenía para un coche o una moto; o bien un excéntrico, alguien sospechoso. Hasta tanto algunos se pasearon por Holanda, Florencia o Alemania, y regresaron a España -por fechar- con los ojos de la fe ciclista más allá de la rivalidad Luis Ocaña-Eddy Merck, a alguien que pedaleaba camino del trabajo se lo bautizaba como rarito, esnob, y casi seguro que era greñudo y revolucionario. Hoy el commuter a pedal es transversal a más no poder: van en bici hombres y mujeres sin distinción de edad, renta, credo, raza, religión, ética o estética. Los hay normales, es decir, educados y respetuosos, y los hay insoportablemente incívicos y solipsistas (esto es, gente insufrible y enmarañada en la pelusa de su ombligo, el centro de su pobre universo).

Igual sucede, décadas después, con los teletrabajadores por cuenta ajena, que, de haber sido su metodología laboral y, sobre todo, su centro de trabajo algo minoritario, propio de bohemios e intelectuales, ha pasado a ser una fórmula de prestación de las tareas generalizada para casi cualquier puesto que no exija presencia y que permita el control remoto o en función del rendimiento. Todo este nuevo paradigma emerge apoyado por comunicaciones estáticas o dinámicas: con el ordenador sobre tus invisibles zapatillas, y sobre todo con internet en vena. Hay de todo, o debe de haber, sin duda, qué esperábamos: los habrá escaqueados, trabajadores que lo son poco o que, para desempeñarse con eficacia y eficiencia y según su contrato, necesitan del ojo del patrón o el supervisor. Pero -aventuro con poco miedo a equivocarme- habrá una mayoría de gente cumplidora, incluso más productiva de lo que pueda serlo yendo a la oficina, o estando y volviendo de ella. Personas que, a la vez, contaminan menos, consumen menos, se estresan algo menos, molestan menos a otros; concilian más y mejor, no deben decidir atuendos, no salen a fumar ni a tomar café, no deben pasar fríos ni calores, ahorran costes a sus empresas. Hay a empleados a quienes ese plan les parece un horror: gente con alta necesidad social y de relación directa, que probablemente sea una mayoría. Por otra parte, resulta un reto compaginar la supervisión y la coordinación de personas y quehaceres con el hecho de no verse y oírse in situ de forma inmediata.

Según la agencia oficial de la Unión Europea de nombre Eurofound, España representa el 40% del total de las empresas en las que se utilizan software de control del teletrabajo, y por tanto es el país de la UE donde más algoritmos se han instalado para controlar la actividad de los empleados remotos. Con estos espías cuya legalidad está por dilucidar, se monitorizan los movimientos del ratón, el tecleo o las pausas pipí/café/estiramiento. No se dice en el informe de Eurofound cuántas ni cuáles empresas vigilan -ilegalmente, salvo mejor criterio judicial o conveniado- visualmente a sus trabajadores por medio de estos bossware ("software del jefe"). Podemos protestar por estas intrusiones, pero debemos establecer entre los empleadores, los empleados y los legisladores un terreno de juego donde se convierta el trabajo en un toma y daca basado en la confianza y en el interés común, o recíproco. En particular, se hace evidente la necesidad de revisar los esquemas de supervisión directa, sobre todo cuando sólo sirven a la justificación de un jefe, cuando ya hace tiempo las normas y, después, la tecnología dejaron al vigilante de carne y hueso en fuera de juego.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios