El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Ayer me manifesté en Cádiz contra el maltrato animal con bastantes personas y numerosos "seres vivos dotados de sensibilidad"; que tal es el estatus jurídico que han decidido darles los diputados y diputadas del Congreso a las mascotas, imaginamos que tras sesudas discusiones. Ya no son "cosas", denominación tan injusta como ofensiva con la que hasta ahora se les reconocía legalmente a nuestros perros, gatos y demás mascotas. No ha sido hasta el siglo XXI cuando se ha reconocido que son seres sensibles, debiendo sus propietarios evitar su maltrato, abandono o muerte cruel e innecesaria.

¡Cuántos años han hecho falta para llegar a una conclusión evidente, que los animales son seres vivos con emociones y sentimientos! Quien haya convivido con perros y gatos sabe hasta qué punto pueden llegar a tomarnos -y tomarles- cariño; y hasta qué punto muchos perros han arriesgado y dado su vida por salvar la de sus dueños.

Hay personas en nuestro país que se vanaglorian de maltratar a los animales; es como un juego macabro, y no sólo en el mundo taurino. Invocan a la tradición. ¡Cuántas tradiciones habría que dejar en el baúl de los tristes recuerdos de nuestra historia! Pero la mentalidad de la sociedad española está cambiando a ritmo acelerado, la conciencia contra el maltrato animal aumenta de forma vertiginosa. La legislación de protección de los animales avanza, aunque más lentamente que la conciencia social. Lo último, el pasado jueves entró en vigor el convenio europeo sobre protección de animales de compañía que, entre otras cosas, prohíbe cortar orejas y rabos, extirpar uñas y dientes, seccionar las cuerdas vocales y regalar animales como premios o gratificaciones.

Durante décadas, a los que defendían los derechos animales se les solía increpar con acusaciones tan absurdas como que las personas estaban antes que los animales; como si defender a un animal conllevara quitarles derechos o justificar el maltrato de las personas. Más aún, los sectores políticos y sociales contrarios a la protección de los derechos de los animales suelen ser los que tampoco respetan los derechos de las personas. Por contra, los países más avanzados socialmente, donde hay más justicia social y calidad democrática, son los que más respetan a los animales.

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