Análisis

paco carrillo

El Poder: esa máquina de picar carne

Todas las guerras han tenido como finalidad el dominio de unos sobre otros, sin más historias

Si digo que nací en el controvertido Año de la Victoria o de la Derrota, según qué acera, puedo afirmar que jamás oí hablar tanto de Franco como ahora. Hubo sí, gestos, brazos en alto en casi todos mientras los ¿antifranquistas? callaban, prudentes ellos, que esperaron a verlo morir en la cama para quitarse las caretas y denunciar la ¿explotación? obrera del pisito VPO y el seiscientos; una canallada comparada con la que hoy se lleva a cabo con las precariedades y el si te vi no me acuerdo.

Por propia convicción no defiendo ni defenderé ninguna dictadura, lo mismo que por inercia rechazo todas las verdades oficiales; basta leer un poco, sin prejuicios previos, para llegar a la conclusión de que siempre, todos, nos han mentido a medida de sus intereses.

Como tantos otros seres humanos nací en una familia desconocida para mí, tuve que aceptar un nombre impuesto y crecí en una situación política en la que no pude hacer nada para esquivarla. ¿Se me puede achacar que mi padre fuera bajito y con bigote? Después, andando el tiempo y atando cabos, llegué a conclusiones sencillas: la vida no es más que el intento de soportar el enfrentamiento de unos contra otros para alcanzar el Poder. Las doctrinas y las ideologías son justificaciones o pretextos a posteriori.

Sin presumir ni de erudito ni de intelectual, ¡pobre de mí!, asimilé que todas las guerras -incluidas las Santas Cruzadas- han tenido como finalidad el dominio de unos sobre otros, territorios y personas, sin más historias, y que tanto la salvación eterna como el bien común han sido trampas saduceas o zanahorias en el palo esgrimidos por los poderosos, incluida la propia Iglesia a poco que se repase la Historia en su afán de dominar cuerpo y alma. Ella, y el capitalismo del que formó parte según conviniera en cada época, llegó a compendiar todos los poderes terrenales por sus riquezas, como ha sido siempre el objetivo de todo autoritarismo, de todas las dictaduras de todas las inquisiciones y, andando el tiempo, de todas las democracias desde la primera de Grecia hasta nuestros días.

Y, claro, llega el momento en que ante tan burdo entramado nadie, ni los que gobiernan, saben cómo sacudirse la tragedia. Podrían, pero les interesa ignorar la llave maestra para crear hombres libres: la Educación. Prefieren seguir impidiendo que los ciudadanos aprendan a pensar, grave amenaza para ellos, los que ostentan el poder aunque sea valiéndose de falsas ortopedias. Mi reino por un caballo, por calentar un sillón, por una adhesión aunque sea falsa, por un ridículo aunque sea cierto, como el de la Dama de Cabra en el Vaticano, que hasta los suyos siguen riéndose de ella.

¡Usted no sabe con quién está hablando! Le dijo un individuo al funcionario que le negaba algo que no era reglamentario. Aquello fue el pataleo de un engreído, pero si hoy lo dijéramos todos los que nos sentimos manipulados por el poder -por cualquier poder-, éste no sería una máquina de picar carne.

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