Ocho días pasan desde que el pasado miércoles en el pleno de nuestra ciudad sucediese lo que ya todos sabemos.

Como ya dijo alguna televisión a nivel nacional, si lo que celebraban era un pleno ordinario, pues sí, eso es lo que al final tuvieron, un pleno muy “ordinario”.

Yo no voy a entrar en debates políticos, ni partidistas porque la verdad no me apetece.

Se suele comentar en reuniones sobre el futuro que vamos a dejar a las generaciones venideras. Solemos comentar sobre esa juventud actual que debe sacar el país adelante el día de mañana. Pero pocas veces nos ponemos a pensar y analizar sobre si nosotros, la actual generación, tenemos lo que esperamos de los que recogerán nuestro testigo el día de mañana.

Vamos a meternos todos en el mismo saco. Todos somos aquella generación en la que la educación escolar era tan estricta y en la que nuestros padres no solían ser tan benevolentes como lo somos ahora. Somos de los que repetíamos curso cuando no cumplíamos el expediente. Somos a los que nos ponían a trabajar cuando los estudios no eran lo nuestro. Somos los que jugábamos en la calle a juegos que nos hacían ser niños. Somos los que teníamos que buscar en enciclopedias de papel para hacer un trabajo del colegio. Somos de los que cuando se le faltaba el respeto a un profesor, se te caía la vida. Somos los que tecleábamos en maquinas de escribir. Somos los que solo teníamos algunos canales de televisión. Los que hemos tenido que ir a casa de algún amigo que tenía Internet para poder buscar algo. Somos los niños duros del ayer, los de los parches en el chándal y postillas en las rodillas. Los que se nos llena la boca de decir que los de antes, si somos mujeres y hombres de provecho.

Miedo me da cuando aún siendo de esa generación creamos situaciones como la de estas personas en el pleno del Ayuntamiento. ¿Y el saber estar? ¿Dónde quedó?

Piensen que con ese espectáculo la mayoría de los portuenses no nos sentimos identificados y precisamente eso es lo que hacemos cuando votamos, votar a quien nos representa.

Quizás a finales de mayo no pierda ni tiempo en ir a las urnas, quitáis las ganas.

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