En El Puerto hemos tenido la desgracia de contar con un área de Medio Ambiente enemiga del arbolado de calles, plazas y parques. Para sus responsables el mejor árbol es el que no existe, porque no ensucia, no levanta las aceras, no molesta a las viviendas…, excusas falsas para justificar la tala de miles de árboles. Y lo han hecho bajo todos los partidos políticos, por la sencilla razón que nunca los concejales han mandado nada; han sido meros peones del autocontratado y bien pagado jefe de servicio Caraballo.

En la fachada hacia el Guadalete, El Puerto tenía desde hace un siglo una imagen ligada a las palmeras. Las del parque Calderón y la calle Micaela Aramburo, que eran un símbolo de la ciudad, no murieron sólo por el picudo, sino por la negligencia del área de Medio Ambiente que estuvo tres años sin tratarlas en el momento álgido de la plaga de picudo rojo, entre 2009 y 2011.

La polémica que se suscitó con la entonces concejala de Medio Ambiente Marta Rodríguez y con el susodicho jefe vitalicio del área, deja perplejo a cualquiera. La concejala aseguró que el picudo acabaría con todas las palmeras, por lo que era inviable su replantación. Ignorancia o falsedad consciente, porque se demostró que había palmeras resistentes al picudo como las washingtonias, y otras de menor porte como los palmitos y los cocos plumíferos. Para mayor despropósito, la inculta concejala pretendió sustituir las palmeras por gingkos bilobas, un árbol para nada adaptado a nuestro clima ni a la imagen de nuestros parques. El pleno del ayuntamiento la desautorizó y aprobó plantar palmeras. Cogió tal rebote que plantó en Micaela Aramburu las más pequeñas, los cocos plumíferos. Caraballo, también se opuso a replantar palmeras, porque aseguró que tras el festín de datileras y canariensis, vendría las washingtonias, con un argumento de alto nivel científico “el bicho prefiere el jamón, pero si no hay, busca el chóped”. Se equivocaron, las washingtonias han resistido al picudo. Beardo ha premiado a este par de incompetentes; una va en su lista electoral, el otro es su asesor personal.

Ahora, cuando un ciudadano ha tomado la iniciativa de plantar palmeras en el parque Calderón, el Ayuntamiento ordena arrancarlas para dejar de nuevo el parque con una desolación indigna.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios