Análisis

Antonio Martín

Paco Rosado

Rosado dejó esparcida esa esencia para que la recogiesen el Yuyu, Vera Luque o el Selu

He necesitado más de un día para digerir el duro golpe que a modo de inocentada -viniendo de él no podía ser de otra forma- nos ha vuelto a dar la vida, cebándose una vez más con esa familia carnavalesca a la que pertenezco. Se nos acaba de ir otro genio de las coplas del Carnaval. De nuestras coplas y nuestro Carnaval. Y aunque ya no ejercía como autor, su legado se encargaba de recordarnos esa esencia que dejó esparcida por todo Cádiz para que la recogiesen el Yuyu, Vera Luque, el Selu y algunos otros chirigoteros del tiempo actual que, sin haber tenido la suerte de conocerlo, siguieron y siguen su estela instintivamente y, aunque lejos de parecérsele, al menos algo han ido aprendiendo del legado de aquellos legendarios 'Cruzados mágicos' con los que Paco Rosado irrumpió en el Falla para dar uno de los pelotazos más recordados de la historia de nuestras coplas, junto a los no menos grandes copleros José Manuel Gómez El Gómez, Emilio Rosado y Juan Romero Caracol.

Año 1982, ya ha llovido; aunque esa bendita lluvia, por suerte, se ha encargado de refrescarnos la memoria cada vez que nos quedábamos aletargados en el tiempo y sin ideas para seguir gaditaneando. Que eso es, ni más ni menos, lo que tú hiciste durante toda tu vida: gaditanear, querido Paco. Y digo durante toda tu vida porque tú naciste gaditano y coplero. Coplero y gaditano, mitad y mitad, como así has dejado demostrado con tus creaciones repletas de ingenio sin olvidar jamás de donde venías, anteponiendo Cádiz al resto del mundo. Y por si fuera poco, con tu carácter inconformista venía implícito el arte de decir cantando verdades como puños, y siempre tu tierra por delante.

Fuiste un joven aventajado en la forma y manera de entender nuestro Carnaval. Ojalá, mi admirado Paco, te hubiese conocido unos años antes cuando trabajabas en Astilleros con nuestro entrañable Jesús Monzón, donde te forjaste como defensor de los derechos del trabajador, luchador y solidario a la vez. A mí esto me llegaría más tarde cuando por suerte también entré a trabajar en Construcciones Aeronáuticas. Pero esta es otra historia.

Antes tuve la suerte de conocerte, de la mano, precisamente, del bueno de Jesús, cuando te trajo para formar parte de la comparsa 'Los aventureros'. Enseguida encajaste en el grupo. Cantabas bonito y además fuiste el único que te prestaste a tocar las castañuelas, por cierto, de maravilla, en el fragmento del popurrí que decía "y una Rosarillo suena los palillos y baila sin cesar". A partir de ahí te cambiaron el nombre y empezaron a llamarte Rosarillo en vez de Paco.

Recuerdo con cariño que nos hicimos amigos y confidentes a la vez. En los ensayos, al margen de la comparsa, hablábamos desde el Mediterráneo de Serrat a La niña de fuego de Caracol, ante el estupor del resto de componentes.

Son muchos y entrañables los recuerdos tuyos que guardo en la memoria del alma. Un año antes de 'Los cruzados mágicos', Carnaval de 1981, te viste inmerso como miembro del jurado del Premio Cádiz que acababa de constituirse ese mismo año. Había que premiar la mejor copla de todo el concurso. No olvidaré nunca que me confesaste haberte enamorado del pasodoble "Como charlatán que soy" de 'Charlatanes de Feria' sentenciándome antes de conocerse el veredicto del jurado: "El Premio Cádiz es tuyo, querido Antonio". Y así fue.

Ahora, cada vez que paso por delante del preciado trofeo realizado en barro por el desaparecido artista gaditano Nando, te recuerdo con tu socarrona sonrisa, viejo truhan. Aunque lo peor que voy a llevar de todo esto es no volver a verte todos los años por Semana Santa en la Peña La Estrella, tomándonos nuestras copas y hablando de Carnaval mientras tus hijos, Celso y Altea con mi nieta Martina, se embadurnaban las manos con la cera de los penitentes. Vaya paradoja que nos marcábamos. Contigo, mi querido Paco, siempre Cádiz.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios