Uno más uno es mucho más que dos. Al menos en el terreno musical portuense, cuando transitamos por las orillas del Guadalete. Y no me refiero a ese ruido que, procedente de la otra banda del rio, se instala en El Puerto todos los veranos. Es lo que eufemísticamente el Ayuntamiento y el promotor de DSoko Fest denominan cita cultural y musical del verano. Para un pronto.

Yendo al grano: La Salas Milwaukee, y Stardust, bajo las batutas de Carli, Jesús Sevillano e Idelfonso Marín -para más señas- suman mucho a lo largo de todo el año. Y de qué manera.

Sin ningún tipo de apoyos –o muy puntuales-, a escasos metros y, por cierto, bien allegados, estos intrépidos portuenses desafían “el más difícil, todavía”, y nos traen música en directo, envuelta con papel de celofán, o de estraza, qué más da. Lo genuino y lo auténtico es lo que importa.

Contra viento y marea estos magníficos “Quijotes” portuenses, en la más pura acepción de la R.A.E.: “Hombres que, como el héroe cervantino, anteponen sus ideales a su conveniencia y obra de forma desinteresada y comprometida, en defensa de causas que consideran justas”, dan el do de pecho y arriesgan más allá de lo razonable. Eso sí, a sabiendas que las esencias de sus locales –con aroma a vigas de madera y a mar-, impregnaran a músicos y visitantes de música por descubrir. De complicidad y verdad.

En estos santuarios musicales -donde los haya-, Milwaukee, con veinticuatro años a sus espaldas y Stardust, recién cumplido un año de vida, acogen (en edificios históricos que permanecen tal cual en su identidad), acontecimientos que tienen que ver con aquella cita de Platón: “el ritmo y la armonía encuentran su camino hacia el interior del alma”. Toda una peripecia, en estos tiempos que corren.

Por todo ello, Carli, Jesús e Idelfonso, gracias por vuestra valentía. Y que dure.

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