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Manda ovarios

Ayer escuché a una chica -y lo mismo no fue ni siquiera en broma- decir que si todos y todas fuéramos mujeres sí que existiría la igualdad real efectiva que proclama la Constitución

Podríamos decir que el bagaje legislativo de Podemos en el Gobierno se reduce a tres leyes estrellas (o estrelladas). La primera fue la del Sólo sí es sí, un proyecto fallido que ha causado más daño del que pensaba mitigar, así como grave incomodidad a la facción Sánchez, con las elecciones muy cerca y sin que nadie reconozca la cagada ni rompa el pacto postelectoral. Las otras dos propuestas legislativas son la Ley de protección, derechos y bienestar de los animales y la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, que también están dando mucho de que hablar.

Nos encontramos ante temas sensibles. Hace unos años asistí en Facebook a una encarnizada discusión de dos mujeres, radicalmente feministas y, sin embargo, sumamente desagradables, respecto al colectivo LGTBI y los transexuales. Una de ellas estaba totalmente en contra de que un "travelo con pene" (sic) pudiera ser tenido por mujer porque eso minimizaba la lucha del feminismo, mientras que la otra mantenía una postura mucho más aperturista, favorable a que cada cual fuera lo que quisiera ser, sexualmente hablando. Aquella discusión de personas groseras acabó a grito -virtual- pelado, con amigas comunes instando a la calma y el respeto, sin éxito.

No sé qué dirán hoy aquellas dos beligerantes "progenitoras gestantes" sobre esta nueva ley aunque sí sé lo que opinarán respecto a la reforma de la ley del aborto que permite a niñas de 16 años interrumpir su embarazo sin permiso de sus tutores legales, pese a no alcanzar la edad mínima para votar a Pedro Sánchez.

En resumen, con la nueva ley los niños de 12 a 14 años podrán cambiar de sexo con autorización judicial; entre 14 y 16 años podrán solicitarlo acompañados de sus padres o tutores y si tienen más de 16 podrán hacerlo por su libre voluntad, lo que supone una cercenación de la patria potestad.

Han causado impresión la prohibición de terapias de conversión destinadas a modificar la orientación o identidad sexual y el régimen de infracciones con importantes sanciones pecuniarias (hasta 150.000 €) que pueden evadirse del control judicial, al menos inicialmente. Pero como quien hace la ley, hace la trampa, inmediatamente hemos empezado a conocer situaciones preocupantes: el hombre/atleta que cambia de sexo legalmente y arrasa en competiciones femeninas, debiendo las deportistas compartir vestuario con su rival y sus testículos; el maltratador que se declarará legalmente mujer antes de ser denunciado, evitando que la Ley contra la violencia de género pueda actuar con efectividad contra él/ella; o el posible fraude en el acceso a subvenciones y ayudas convocadas expresamente para las mujeres.

Ayer escuché a una chica -y lo mismo no fue ni siquiera en broma- decir que si todos y todas fuéramos mujeres sí que existiría la igualdad real efectiva que proclama la Constitución. Manda ovarios -o cojones- la cosa, que dirán las personas no binarias y las asexuales, que curiosamente han quedado fuera de esta polémica regulación.

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