Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

El aire casi no se podía respirar, una quemazón y un ardiente respirar hacían que vivir fuera insoportable, casi un pequeño trocito de infierno, pero aun peor eran esos momentos en los que la explanada de la Plaza de Toros hacía bailar papeles, hojas y albero, todos en una sinfonía de remolinos envueltos en bocanadas de ardiente salinidad.

En las playas, y dependiendo de la zona, el agua era el único refugio, y el acogedor azul hacia más soportable las eternas horas de la bochornosa calima. En otras playas, mas levantiscas, sin embargo, daba igual entrar o salir del agua, y miles de minúsculas picaduras se adherían a la piel sin poder evitarlo. El dorado sol se confundía con minúsculos granos, igual de dorados, pero solidificados como pequeñas y traviesas avispas.

Eran como pequeños retazos de sol que picaban con ardor, buscando ojos y huecos en los que anidar, en los que fundirse para siempre en un inolvidable recuerdo. Quienes venían de fuera maldecían una inexistente mala suerte, pues, al fin y al cabo, aquellos aíres no eran mala suerte, eran parte de la vida, del carácter y la esencia de esta ciudad. Para algunos, de los de aquí, la maldición se cebaba con una parte de nuestro ser que se rechazaba con total ignorancia, pues, al fin y al cabo, vientos como este no eran tan malos como parecían.

De pequeño aprendí que normalmente lo malo, lo que molesta, lo que nos desagrada, no es por ser malo, es simplemente por sernos poco conveniente o molesto, y es que, al fin y al cabo, tendemos a demonizar aquello que no entendemos o poco nos conviene en determinado momento.

Mi levante sigue aquí, y este verano es de levante, de mucho levante, el mismo que seca los viejos muros del centro, hinchados de una humedad que poco a poco se va secando viento a viento; el mismo que entrara por una ventana saliendo por otra, frenado por espartos, y dando cuerpo a vinos generosos, el mismo que hará ondear blancas banderas en las azoteas de cientos de casas, haciendo mas blanco al blanco y más azul a un cielo sin nubes negras.

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