José Cervera Pery

Hizo un trabajo enorme y pulcro por el que ha sido reconocido en la comunidad académica y entre los historiadores

Luis Alonso, el hijo de Nicolás, el inolvidable fotógrafo de este Diario, me llama para decirme que Pepito Cervera ha muerto. Como siempre me ocurre con estas noticias, lo primero la incredulidad, antes que el dolor, el cómo es posible. Es que casualmente hace menos de una semana le había mandado un abrazo por medio de su pariente, el almirante Pery Paredes, que me había dicho que ya estaban en Rota. Eso me había tranquilizado porque me llegaron noticias de que estaba pachucho. Ha venido a morir a la bahía azul con la que soñó siempre en los días duros de Madrid, a donde lo llevó el destino, y su destino. El general auditor de la Defensa Cervera Pery, que empezó siendo escritor y poeta de la Isla, y uno de los máximos representantes del cañaillismo, que ya lo creo que existía en esos años inaugurales, cuando los hermanos Cervera correteaban por las calles de San Fernando, Ramón, el padre de Álvaro Cervera, que quiso ser torero y puede que lo fuera, y el estudiante de Derecho que aprobó las oposiciones a "la Marina" y fue moviéndose por los departamentos marítimos, y Madrid. Sí, el poeta y escritor cañailla, ha finado, ha dado su alma a quien se la dio. Pero nadie hubiera dicho entonces del alférez y teniente y capitán y todo lo demás Cervera Pery que su ficha de Dialnet acabaría arrojando estas impresionantes cifras: Artículos en revistas, 55; colaboraciones en obras colectivas, 22; libros, 25. Entre esos 25 libros, casi todos de Historia, hay tres de la Isla, uno sobre Ruiz Miguel, otro sobre Rafael Ortega y sus Seis cuentos de la isla y un pórtico viajero. Este libro de amor a su pueblo lo recuerdo especialmente porque se lo presenté yo en el Centro Cultural. Ya entonces había hecho aportaciones decisivas sobre las Marinas de la Guerra Civil, digo la de Cartagena y la de San Fernando y Ferrol. Seguiría iluminando ese trecho sangriento de la España de los años 30 hasta casi el final de su vida. Cuando pasó a la situación de Reserva, los Archivos de Marina y de muchos otros sitios lo estuvieron aguardando. Hizo un trabajo enorme y pulcro por el que ha sido reconocido en la comunidad académica y entre los historiadores. Alzamiento y revolución en la marina (1978) fue la gran sorpresa, aunque todavía llegarían obras esenciales como La historiografía de la Guerra española en el mar (1936-1939) y Oscuro acontecer, si bien había publicado su esclarecedor El Almirante Cervera, La Marina de la Ilustración, Guerra Naval Española 1936-1939, su monumental trabajo sobre el buque-escuela, Juan Sebastián Elcano, embajador y navegante, El derecho del mar, Avatares de la guerra española en el mar…

Todo lo que pudiera escribir y más, se queda en nada ante el amor a su pueblo. La Isla era el recuerdo de la alegría, la vuelta del entusiasmo por la vida, sus amigos populares, los mejores años de su vida.

Descansa en paz, querido amigo. Mi profundo sentimiento de pesar a los suyos.

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