Puente de Ureña

Humor y contrasentido

Sólo el humor es la manera de contrarrestar la amargura, el pesimismo, el sentido trágico de la vida

Sentido del humor posee el que es capaz de distanciarse, de comparar, de relativizar, de jugar y de sorprender desde una perspectiva más lejana a la realidad. La proximidad espacial desenfoca y la cercanía temporal deslumbra, ofusca la visión, decía mi admirado amigo y profesor José Antonio Hernández Guerrero, quién, creo, ante la rispidez colectiva ha estudiado el tema.

Y el profesor Hernández Guerrero matiza con su tremenda bondad humana que "El humorismo es una forma de arte porque es una manera de creación. El humor rompe los moldes de las reglas establecidas, explora el caos, interroga el misterio, crea una nueva realidad y es el producto de la libertad de la imaginación del hombre". Pero, duele ver que el mal carácter urbano, quiere convertir en humor los malos sentimientos. La mala leche es un rictus profundo contra esa verdad.

Entonces, ¿Por qué perturba la risa. La risa es luminosa, clara, espontánea, por qué? Porque las personas creen que el poder de la risa es bajo. Sólo lo que se pronuncia con voz severa, tensa y académica, recibe el título de elevado, de serio, de rigor ¿mortis? Estudio, elaboración, sentido, profundidad, sólo para lo que se enuncia con voz severa y tensa, repito, se aplaude y se valora, porque el humor grueso o delgado queda para circos, caricatos, bares, chistes y payasadas burdas (chirigotas incluidas).

Creo que alguien ha diseñado un mundo a la gresca, desunido, triste y crispado, enrarecido y vacío. Y no ignoro que nadie respeta a los que escribimos para divertirnos, para desleír la realidad, domesticar el intestino espiritual de la vida social áspera, rigurosa, ruda, desapacible, desabrida, intratable, donde hay gente pa tó, convulsa, inculta y figurante, sombra de los políticos, alma de las asociaciones, mercachifles y correveidiles que no dan más de sí.

Baroja ya cantaba la separación egoísta entre los vecinos que parecían extranjeros. A lo peor nos conocía mejor que ahora desde entonces. "Las costumbres de Alcolea eran españolas puras, es decir, de un absurdo completo. El pueblo no tenía el menor sentido social; las familias se metían en sus casas, como los trogloditas en su cueva. No había solidaridad; nadie sabía ni podía utilizar la fuerza de la asociación. El pueblo aceptó la ruina con resignación. Aquel estoicismo acabó de hundir al pueblo. Era natural que así fuese; cada ciudadano de Alcolea se sentí tan separado del vecino como de un extranjero. No tenían una cultura común (no la tenían de ninguna clase); no participaban de admiraciones comunes; solo el hábito, la rutina les unía; en el fondo, todos eran extraños a todos". Sólo le faltó añadir el teléfono móvil, la pantalla de ordenador o la tablet, para arruinar más la puebluna existencia. Sólo el humor es la manera de contrarrestar la amargura, el pesimismo, el sentido trágico de la vida. El humor es una actitud y una aptitud ante la existencia, y, como no, una perspectiva, un distanciamiento del asunto, burlesco, ligero y, sobre todo, ingenioso.

Pero a los políticos no le interesa este postulado. Quieren a la gente desunida y crispada mientras ellos hacen de su capa un sayo, un ere, un hálito corrupto. Ande yo caliente…decía Góngora, y, todavía, no le falta razón.

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