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Gürtel

Mientras el PP hace el ridículo el Gobierno prepara una reforma que unirá en santísimo matrimonio al poder ejecutivo y al judicial

Pensábamos que los diputados del PP deambularían ayer por los pasillos del Congreso con expresión mustia y avergonzada, engurrumida la estampa, bajitos de cuerpo, y en cambio nos encontramos con una exhibición en mi opinión impúdica. El fascistoide Tribunal Supremo ha disimulado su derechosidad ratificando la condena por la Gürtel del Partido Popular. ¿Pero esto qué es? ¿Estamos de rebajas? Seguro que se filtró precisamente ayer la sentencia porque el martes fue el día del Pilar y la cabra legionaria no desfiló por las calles confinadas de Madrid. Será cosa de Dolores Delgado. Sí, habrá sido consecuencia de que han visto cómo se las gasta el Gobierno Picapiedra cuando los jueces no aplican la Justicia "que deben". Se modifica lo que haiga farta: nombramos un Consejo General del Poder Judicial Low Cost y arreglado. Teorías conspiranoicas al poder.

El gallinero de los diputados estuvo ayer hasta las trancas de heno pero cortito de huevos. Aquí nadie asume responsabilidades. Resultó triste ver en el hemiciclo a Pablo Casado -al que Pedro Sánchez ha tildado de antisistema con una jartá de mala baba- sacándose un argumento de la de Ubrique que no se estudia ni en 4.º curso de Sofismo Avanzado en la King John Charles. El día en que el Tribunal Supremo confirmó la sentencia de la Gürtel el gerifalte del PP le exigió al presidente del gobierno que cese a Pablo Iglesias "por estar investigado por tres delitos". Olé ahí.

Pero, encima, resulta que para el portavoz del PP, José Luis Martínez-Almeida, lo importante no es que haya quedado acreditado que en la Gürtel mangó todo quisque menos Esperanza Aguirre y uno que pasaba por allí; o que Correa, Bárcenas y Mato hayan sido condenados por encima de sus posibilidades. No, en absoluto. El alcalde colchonero de Madrid soltó una perla que ni las de Majorica: afirmó que se había demostrado que el motivo esgrimido por Sánchez para levantarle la silla a Mariano Rajoy con la moción de censura… ¡no era tal! Almeida alega que la resolución recurrida fue "injusta" porque "se eliminaron de la sentencia los párrafos que la fundamentaron. Y no passssssa nada, que diría Antonio Burgos.

La estrategia del calamar, una vez más. El día en que se solicitaba al Supremo que se investigara a Iglesias su pareja, la ministra de Igualdad, soltaba una controvertida bomba con no sé qué de los abortos de menores de edad. Nadie le hizo caso ni picó en anzuelo, pero Almeida o Casado lo intentan ahora: dan argumentos de fe a quienes quieren creer en el dogma del partido más allá de los hechos y los fundamentos de derecho. ¿A quién va usted a creer a mí o a miles de pruebas, quinientos testigos y ochenta policías? Venezuela está llegando.

Y mientras el PP hace el ridículo el Gobierno prepara una reforma que unirá en santísimo matrimonio al poder ejecutivo y al judicial. ¿Hasta que la muerte los separe? Puede que sí. Pero la del estado de derecho.

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