Análisis

Gumersindo Ruiz

Guerra de subsidios para retener y atraer empresas

Hace sólo una semana que, frente a los argumentos falaces de los impuestos e inseguridades jurídicas, relacionábamos el asunto Ferrovial con algo tan simple como el señuelo de las inmensas inversiones y subsidios que ofrecen Estados Unidos. No ha tardado la Unión Europea en responder aprobando este viernes un "Marco temporal para la crisis y apoyo a la transición hacia una economía cero emisiones". El comunicado de tres páginas es de una importancia excepcional, ya que abre la mano a los gobiernos para que subvencionen a empresas sin temor a ir contra las normas de la competencia europea, y Magrethe Vestager la vicepresidenta para la Competencia no ha podido ser más directa: permite ayudas estatales rápidas, claras y predecibles; protege el terreno de juego en el mercado único y los objetivos de cohesión; y las ayudas han de ser proporcionadas, con objetivos concretos y temporales.

Hay varias ideas destacables. La primera, que la Unión Europea no va a tolerar que una empresa como Volkswagen lleve a Estados Unidos la fabricación de baterías porque la subvencionan con 10.000 millones de dólares, y por eso da a los países la posibilidad de compensar, o de atraer inversiones. Pero, segundo, tampoco quiere que las ayudas "provoquen una relocalización de empresas dentro del mercado único europeo"; no sabemos, y es preocupante, dónde nos llevará esta costosa guerra de subvenciones, pero está claro que no se quiere que ocurra entre los países y regiones europeas. Tercero, se trata de acelerar la inversión en tecnologías de baterías, paneles solares, turbinas, bombas de calor, captura de carbono, hidrógeno, almacenaje de energía, y producción de componentes cuya importación nos hace dependientes. Cuarto, también va dirigido a procesos de descarbonización de industrias existentes, lo que afectaría a vehículos, rehabilitación energética y construcción. Quinto, para las regiones más modestas, hasta un 75% por debajo de la media de la renta europea, se dan condiciones especiales, sobre todo si hay colaboración entre regiones y países.

Con los fondos europeos se ha querido llevar la discusión al reparto entre comunidades autónomas y empresas, cuando lo que faltan son buenos proyectos adaptados al objetivo de la UE que es la lucha contra el cambio climático y la independencia energética. Ahora se establece un límite en diciembre de 2025, no queda mucho tiempo, por lo que pronto se va a ver dónde hay realmente proyectos y dónde no. Como pequeñísimo botón de muestra sobre el compromiso de una comunidad autónoma, a principios de otoño instalé placas solares, solicité la ayuda, se acaba ya el invierno y no tengo noticias; no es que sea fundamental para la decisión, pero es sin duda un incentivo que debería abonarse de inmediato. Y pienso, además, en lo lejos que quedan de estas acciones tan concretas los tristes y vagos intentos de atraer capital financiero e inversiones especulativas quitando impuestos, que tan necesarios son para estimular al tipo de empresas que tienen ahora el pleno apoyo de la Unión Europea, lo que se muestra en detalles como la publicidad que he visto en algunos kioscos, dirigida a los jóvenes, donde se une la libertad y la independencia energética.

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