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Melchor Mateo

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Ganar Cádiz: "No nos vamos a dejar pisotear"

El grupo de Martín Vila lanza una advertencia a Adelante Cádiz por la crisis causada por los presupuestos pero descartan una ruptura

Los concejales del equipo de Gobierno, en la toma de posesión del año 2019.

Los concejales del equipo de Gobierno, en la toma de posesión del año 2019. / Joaquín Hernández Kiki

Las escaramuzas del equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Cádiz empiezan a convertirse en batallas. Lo que eran las diferencias propias de distintas sensibilidades, como le gusta calificarlo a ellos mismos, ha pasado a convertirse en una crisis en toda la regla. Lo es por la forma, porque la batalla se hace de manera pública, evidenciándolo a través de los medios y dejando pruebas por escrito. También por el fondo, porque ya no son matices ideológicos como el laicismo y alguno que otro, sino que el enfrentamiento se produce en torno a ordenanzas municipales y, como ha sido este caso, por los presupuestos municipales.

Todo explotó el viernes: Martín Vila y lo suyos, es decir, los cuatro concejales procedentes de Ganar Cádiz, criticaron a los del grupo de Kichi la falta de diálogo a la hora de confeccionar los presupuestos y, a la vez, se sentían molestos de que el borrador se presentara a la oposición ante de que se cumpliera el plazo para que ellos pudieran presentar propuestas. Eso no queda ahí sino que deslizan que esa falta de diálogo se produce en otros muchos ámbitos de la gestión diaria. Mientras tanto, la otra parte afectada por este conflicto del equipo de Gobierno se queda estupefacta por el ataque y hablan incluso de que hay un punto de egoísmo por parte de Ganar Cádiz, que siempre miran por lo suyo y no por el conjunto del equipo.

Ganar Cádiz sigue ofendido por un asunto que desde la otra parte no se entiende que se le haya dado esa importancia. Ylas palabras de los de Martín Vila y los suyos son gruesas. No están por la labor de la ruptura pero avisan de que “no vamos a dejarnos pisotear”.

El contexto

Resumidos los hechos de esta crisis, podemos ir primero al contexto, a la propia formación política. Desde Kichi y los suyos, es decir, nueve de los 13 concejales del equipo, se explicaba que esto no es un gobierno de coalición sino que todos se presentaron a las elecciones bajo las mismas siglas, es decir, Adelante Cádiz.

Eso es una diferencia importante con respecto al primer mandato de José María González ‘Kichi’ al frente de la ciudad. Entonces Por Cádiz sí se Puede y Ganar Cádiz no llegaron a un acuerdo para acudir juntos a las municipales y lo hicieron por separado. Kichi, es decir, Por Cádiz sí se Puede (la marca por la que se presentó Podemos) obtuvo ocho concejales mientras que Ganar Cádiz otros dos. Ahí ocurrió lo que era esperado y es que formaron un gobierno de coalición en el que la parte menos numerosa obtuvo concejalías de la importancia de Urbanismo y la primera tenencia de Alcaldía. Así, cuando no estaba el alcalde, lo sustituía Martín Vila.

Sin embargo, para las de 2019 sí montaron lo que se llamaba una candidatura de confluencia bajo las siglas de Adelante Cádiz. Ahí se incluía la parte de los que todavía pertenecían a Podemos, entre ellos el propio alcalde, con tendencia anticapitalista, los que también se integraban bajo el manto de Podemos que eran independientes y que fueron fichajes para el proyecto; y, por último, lo de Ganar Cádiz, que a su vez también era una mezcla de los que venían de Izquierda Unida y los que no estaban en esa esfera.

Esas distintas sensibilidades, esos orígenes diferentes, también se reflejaban en un modo de trabajar que es como el de una cebolla, donde hay distintas capas de poder internas.

Un segundo apartado del contexto es que esa confluencia ha tenido terremotos externos que ha generado grietas insalvables fuera del Ayuntamiento y que de manera interna se han conseguido aparcar por el momento, pero que en algún momento habrá que clarificar. Aquí el Gobierno de Cádiz se sustenta sobre una base que fuera del mismo se ha venido abajo, es decir, la candidatura se monta gracias al pacto que hubo a nivel nacional entre Podemos e Izquierda Unida, de manera que bajo la marca Unidas Podemos se presentaron en los comicios estatales y autonómicos. Sin embargo, esto se fue al garete en el Parlamento de Andalucía cuando los representantes de Teresa Rodríguez fueron expulsados del grupo y, posteriormente, esta abandonó también Podemos para formar su propia marca llamada Adelante Andalucía, en la que Kichi es la otra gran baza.

Esa circunstancia no rompe el equipo de Gobierno pero aplaza un problema que en algún momento habrá que encarar. El matrimonio se romperá después de ocho años y volverán a ir por separado en las municipales. Martín Vila y Rocío Sáez pertenecen a Izquierda Unida y, si no hay un giro, esta formación debería ir con el Podemos originario en las elecciones.

Y hay un tercer elemento en todo este contexto y no menos importante: la situación del propio alcalde. En Estados Unidos está el término del “pato cojo”, que se aplica a los presidentes que están en su segundo mandato y que ya no pueden volver a ser reelegidos por el límite de los ocho años. Eso lleva consigo en muchos casos una pérdida de poder y que los movimientos internos empiecen a virar hacia los posibles sucesores.

Aquí hay un matiz y es que el alcalde tiene posibilidad de poder presentarse a las próximas municipales. En numerosas ocasiones ha dicho que si no hay una alternativa clara, estaría dispuesto a presentarse. Sin embargo, las sensaciones que da hacia fuera es la de una persona que se encuentro en retiro, con una casi nula exposición pública que se ciñe prácticamente en exclusiva a sus redes sociales. Ve que el fuego se va acercando pero en vez de encender la manguera espera a que haya una lluvia que venga a sofocarlo.

El punto de partida

Hay un tema que ha abierto una herida que todavía sangra en el equipo de Gobierno: la intervención del alcalde en la polémica de las terrazas de La Viña desautorizando a su teniente de alcalde Martín Vila, el líder de Ganar Cádiz, y a la ordenanza municipal que había sido aprobada por todos en el Pleno. Todo fue a la luz de la ciudadanía y en los medios de comunicación. Era un asunto que dejaba a Vila a los pies de los caballos y sin fuerza para tratar de meter a los hosteleros por el aro. Fue una guerra de comunicados pública pero en la trastienda se dijeron cosas hacia fuera que hasta ese momento no se habían dicho nunca o no se habían expresado de una manera tan clara. No todo era tan bonito como se pintaba en cuanto a la unidad.

Lo curioso es que esta sangría se ha producido en un plazo de menos de dos meses. Se empezó con las terrazas y después también en el grupo del propio Kichi y su entorno se abrió otra herida con el asunto de Eléctrica de Cádiz que acabó con la dimisión de la asesora Alba del Campo tras un puñetazo en la mesa del concejal de Economía y Hacienda y presidente de la compañía eléctrica, José Ramón Páez. Ahí no había una grieta con los socios de gobierno sino que había afectado al propio núcleo de confianza de Kichi con la creación de nuevos contrapoderes a los que habitualmente había en su entorno.

Las consecuencias

Estamos a algo más de 14 meses de las elecciones municipales. ¿Qué consecuencias puede tener esta guerra interna que se ha abierto donde se visualiza a nueve concejales en un bando (aunque puede haber alguno no alineado) y a cuatro por otro?

Tanto en una parte como en otra se preguntan si el contrario no tiene una intención real de romper el grupo, ese pacto no escrito para gobernar la ciudad.

Desde Ganar Cádiz se insiste en que los presupuestos no se han trabajado de manera conjunta mientras que en Adelante Cádiz se empieza a sospechar que pueda haber una intención más profunda para romper ese pacto. Como hemos citado anteriormente, dentro de Ganar Cádiz está Izquierda Unida, la formación de Martín Vila, y hay numerosos antecedentes en que este partido rompe los pactos un tiempo antes de que lleguen las elecciones.

Sin embargo desde Ganar Cádiz se advierte de que las cosas no son tan simples. En una formación que siempre ha hecho gala de aquella frase tan famosa de Julio Anguita “programa, programa y programa” y se piensa que la otra parte de Adelante Cádiz es la que está en contra de ese programa electoral y que ellos tienen un código ético por el que se tienen que regir.

A pesar de todo ello tiene claro que no están en una dinámica de ruptura, pero también dejan claro que no se van a dejar pisotear.

Romper el acuerdo tiene como contrapartida que dejas de gobernar, de capacidad de influir directamente en la vida de las personas y, al final, pasas a tener un papel mucho más secundario y que difícilmente se puede rentabilizar después electoralmente. Si se lleva a cabo en algún momento una ruptura, lo lógico es que se hiciera una voladura controlada.

Y aquí también hay se pone una chinita en el zapato y es la celebración de las elecciones andaluzas en noviembre. Con el partido que ha montado Teresa Rodríguez, pareja de Kichi, ésta se juega buena parte de su futuro político en esos comicios, algo que puede influir en la toma de decisiones de lo que pase posteriormente en las municipales. Ganar Cádiz piensa que aquí se está mirando mucho más en clave andaluza que en la local.

La última lista de agravios es que Ganar Cádiz cree que ha encontrado en el PSOE a la muleta perfecta para sacar adelante sus grandes temas en la ciudad, entre ellos los presupuestos municipales. De hecho tienen la sospecha de que los socialistas tienen el borrador de los presupuestos el mismo día que ellos y no tras la reunión de ayer, como se hizo ver públicamente. Básicamente lo que se siente desde Ganar Cádiz es que prefieren llegar a un acuerdo con el PSOE antes que con sus socios de gobierno.

En la parte de Adelante Cádiz, la de Kichi y los suyos, no salen de su asombro con todo lo que ha ocurrido. Piensan que es una salida de tiesto exagerada e inciden en que los concejales de Ganar Cádiz, que están también bajo el paraguas de la marca Adelante Cádiz, se enteraron de los presupuestos al mismo tiempo que todos los demás concejales del equipo de Gobierno. Y también dejaron claro que la competencia de elaborar el presupuesto es del alcalde y de su concejal de Hacienda y que no se puede negociar con 13 concejales. No obstante, señalaron el mismo viernes que lo que hay encima de la mesa es un borrador que puede ser retocado.

El problema es que aunque las dos partes decidan seguir hacia delante, hay un elemento que va a distorsionar el trabajo que queda por delante y es la desconfianza, que el fuego amigo puede ser mucho más dañino que el enemigo. Y llevar una ciudad adelante con la tropa desintegrada es muy complicado.

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