Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

Hace años visitamos a unos amigos en una aldea de Galicia. Algunas de estas aldeas continuaban con la preciosa tradición del autoconsumo. Sembraban los vegetales que van a necesitar, fabricaban vinos de sus propios viñedos y bebían aguardiente casero. Casi todas las viviendas tenían sus gallineros con la doble misión de surtirlos de proteínas y aprovechar los desperdicios orgánicos. Al acabar el almuerzo fuimos con mis hijos a los gallineros a ver cómo las aves, hambrientas, cacareaban cuando la dueña se acercaba con el cubo. Los niños estaban felices de ver esa forma de vida tan diferente a nuestras rutinas.

Años después regresamos al mismo lugar y cuando nos íbamos, ya casi de noche, nos dimos cuenta por la luz encendida que, al fondo de su campo, había unos gallineros. Pregunté y nos lo enseñaron. No puedo calcular cuántos animales había allí. Cientos de pollos eran alimentados día y noche sin moverse nunca del mismo lugar. Tenían limpieza, el agua pasaba por unos canalillos constantemente y no les faltaban los controles del veterinario. Todo el espacio estaba dentro de lo que marcaba la ley.

Sin embargo a mí, que me gusta comer carne y me fío de la que me surte mi carnicero, me horrorizó pensar que esas gallinas nunca habían visto un campo de hierbas, ni recibían la luz del sol, ni picoteaban lombrices. Por respeto al trabajo ajeno solo pregunté si ellos también las comían y sonriendo, la señora nos dijo que no. Que ella engordaba a las suyas, como se había hecho toda la vida porque estaban más ricas y sabía lo que iba dentro del cubo.

Hemos decidido comprar huevos de gallinas en libertad, creo que se llaman así. Son un poco más caros, pero para eso no fumamos. Como tampoco comemos carne a diario, tal vez nos pasemos al bando de consumir carne de animales que mientras vivan, lo hagan sin estar todo el tiempo dentro de un mismo cubículo.

Sin ser taurina, voy a considerar suerte la del toro. Mientras vive, lo hace en libertad. En dehesas. Ya quisieran otros animales. Hay una fina diferencia entre lo legal y lo justo.

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