Salimos al atardecer y nos sorprendió ver a tanta gente en la calle. ¿Qué pasaba? Había familias con niños pequeños, que dejaron la televisión para arreglarse y salir, en un martes de diciembre, con frío, y sin haber llegado las vacaciones… Las cafeterías del centro estaban llenas. ¿Estaremos en El Puerto?
Esperamos en la acera nuestro turno para comprar algunas cosillas que vamos a necesitar para cuando lleguen los que viven lejos. Entretanto miraba la calle. Me encantaba el ambiente. Cuando ya de vuelta pasamos por La Placilla, tuvimos que volver a esperar un poco para tomarnos un chocolate caliente que no estaba previsto por aquello de las calorías, pero el gentío, casi sin darnos cuenta, invitaba a dejar las prisas.
¡Qué bien! ¿Estaremos pareciéndonos a las ciudades con centros revitalizados? Al poco oímos unos tambores y acudimos tras su sonido. Apareció una cabalgata con figuras gigantes y desfilando con ella, muchos jóvenes sonriendo y haciéndonos sonreír.
Casi todos estábamos protegidos con máscaras. Los niños también. Nadie quiere dar pasos atrás. Hemos aprendido con la pandemia lo vulnerable que podemos llegar a ser. El confinamiento perdura en la memoria colectiva. Y con esa experiencia, surge otra: hay que aprovechar la vida, ventilar abrigos y bufandas y pasear por la ciudad. Salir con la familia o con los amigos, es mejor que aguardar mustios en las casas viendo cómo se divierten otros.
Si desde el Ayuntamiento surgen buenas personas que han hecho estos esfuerzos por iluminar y embellecer la ciudad, habrá que aprovecharlo. Agradecer también, cómo no, a quienes adornan balcones y escaparates.
Acudamos cuando las hermandades nos muestren sus nacimientos. Aprovechemos los conciertos, exposiciones, teatros o presentaciones de libros… ¡Que no quede un asiento vacío!
Agradecer sobre todo, esas Campañas organizadas con fines altruistas, que nos ayudan a comprender qué significa El Nacimiento.
Necesito felicitar a cada responsable de esta revitalización. Sabemos que supone un esfuerzo por parte de sus organizadores y técnicos, tan aburridos el año pasado. Y creo que nos aguardan otras sorpresas.
Seamos todo lo felices que podamos. Compartir nuestro tiempo con los que queremos es la mejor manera de iniciar una Navidad, con mayúscula.
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