Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Análisis

Manolo fossati

Fe de ratas

Bajo las cañas y matorrales se encondían restos de papeles, envases o plásticos

Alguien ha limpiado de rastrojos los alrededores del aparcamiento de tierra de Bahía Sur. Esta buena idea, propiciada por un reciente incendio de esa vegetación fea y salvaje, ha destapado sin embargo una gran vergüenza, tampoco demasiado oculta. Bajo las cañas y los matorrales polvorientos se escondían miles de restos de papeles, envases y, sobre todo plásticos, esa especie de planta artificial invasora con unos dañinos efectos que ríete tú del alga roja. Ahora, tras la limpieza vegetal ha aparecido a la luz y con toda su crudeza la suciedad humana, el talante guarro y empercochao de la especie más dañina que habita sobre la tierra.

Como no somos Greta Thurnberg ni Greenpeace ni tenemos su repercusión universal, limitémonos a reseñar, y de paso a llorar, el atentado que a la civilidad, a la urbanidad, a la estética y a la salud se produce miles de veces al día cada vez que alguien tira un papel, una lata o una bolsa al suelo en esta Isla que podría ser maravillosa, si la dejaran. Veo a los barrenderos, basureros y limpiadores de las calles isleñas como a unos Sísifos modernos y antiheroicos, empeñados en poner en estado de revista unas calzadas y aceras que cada día y con el paso de las horas vuelven a llenarse de restos de la desidia general. Como si pesara sobre ellos y sus espaldas la misma maldición que el héroe griego, que fue condenado por los dioses a subir hasta la cima de la montaña una gran piedra que inevitablemente rodaba cada vez ladera abajo.

El viento de levante, amigo de esta tierra aunque nada más que sea porque el roce (y vaya roce) hace el cariño, se encarga de barrer estas inmundicias. Pero su labor de barrendero sacrificado y sin jornal no cubre las labores de recogida, y los restos de la dejadez y la desidia terminan por acumularse en esas fronteras de la ciudad, descuidadas y dejadas al reino del viento, la basura y los bichos, que también serán criaturas de dios, pero cuya existencia casa mal con la de la deseada urbanidad y salubridad. Eso sí, si las ratas escribieran artículos seguramente harían uno en el que expresarían su agrado por esta situación.

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