¡Qué año tan complicado!

Si en las navidades anteriores nos hubieran avisado de lo que iba a ocurrir, hubiéramos acusado de gafe al portador de la mala noticia. Se tiende a lapidar al mensajero.

En el 2020, los habitantes del Planeta descubrimos algo que nunca pensamos que llegaría: el descubrimiento de nuestra vulnerabilidad.

Mientras los informativos comunicaban casos de pandemias en determinadas zonas, casi siempre marginadas, que molestaban a nuestros oídos selectivos, o mientras la historia certificaba que no ha sido el único azote padecido por la humanidad, estuvimos jugando un poco al super-yo. Ha tenido que multiplicarse hasta extremos dolorosísimos para que tomemos conciencia de su realidad. La enorme diferencia es que esta vez, no ha habido distinción de lugares ni de sociedades. Abarcó y abarca todos los espacios. Tal vez haya sido la maldita descubridora de nuestros propios límites.

Y a pesar de todo, hay que dar gracias. Aprender y enseñar a dar gracias.

Escribo este artículo la mañana del 31. Con la olla cociendo el consomé que iniciará la cena de Año Nuevo. Algo muy caliente, como decía mi madre, para olvidar el frío de las noches de invierno mientras llega la hora de las uvas.

Estoy casi segura de que, en estos momentos, en la mayoría de las cocinas de las casas portuenses se expandirán los aromas a caldo con yerbabuena, matalahúga o miel. Es preciso que todo siga su ritmo, aunque las circunstancias epidemiológicas nos hayan impuesto unas limitaciones desconocidas. Los mayores sentimos que es imprescindible que exista un lugar para la esperanza desde el reducido vínculo familiar. Aún así, trataremos de conseguir que florezcan las sonrisas de los más pequeños y ojalá que en el futuro las recuerden con agrado.

Reconozco que tengo cierta facilidad para filtrar y seleccionar los recuerdos agradables de cuando pequeña. Toca preguntarnos para qué hemos trabajado tanto sino para sembrar en los que queremos deseos de que sean felices siendo buenas personas y de que conserven buenos recuerdos.

Un Año Nuevo no sería nuevo, ni feliz, si no llegase repleto de deseos de esperanza, paz, alegría y los mejores propósitos de futuro.

Feliz 2021

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