Nada pasa por casualidad y es que en estos días en los que nos estamos preparando para la llegada del Niño Dios; en este año en el que las buenas noticias son mas buenas que nunca y las recibimos con más alegría que antes, justo hoy, vísperas del día de la Esperanza, se me abre de nuevo esta ventana hacia vosotros.

¿Qué es para ti La Esperanza? ¿Qué sientes por el cuerpo cuando pronuncias sus nueve letras?

Todos sabéis que soy cofrade, hombre mariano, portuense, pero os engañaría si quisiera maquillar la realidad para quedar bien con mi ciudad; pero la verdad tan solo tiene un camino y mi verdad no tiene camino, tiene el cauce del Rio Guadalquivir a contracorriente, llevándome a esa orilla, a ese Puerto Marinero hecho Capilla donde habita La Esperanza.

Dentro del misticismo que nos gusta a los cofrades buscar en nuestras cosas y hablando vía Whatsapp en ese grupo formado por la tripulación que hace navegar a La Esperanza, añadió el capitán del barco “Fijarse si es grande Nuestra Esperanza, que en su día, Ella abre fronteras para que sus hijos de fuera podáis venir a verla”

Aunque la sensación y el pensamiento ya lo había tenido alguna vez, me di cuenta y me reafirmé que La Esperanza, más allá de ser una devoción, era una forma de vida.

Era el ver las cosas siempre con positividad; de saber sacar de lo malo, lo mejor; era el tener siempre abierta la vida a los demás; era sentir el verdadero sentido del compañerismo; era el significado de cuidarse como familia y saber que cuando todo viene bien, viene bien para todos, pero cuando aprieta, también aprieta para todos.

Porque si miras la vida con ojos de Esperanza, las cuestas arriba se vuelven más llanas; las malas rachas, aunque duras, te harán siempre llenarte de ganas para levantar tu mirada hacia mejores momentos futuros.

Ya no se trata de ser cofrade o de no serlo; de ser creyente o agnóstico; se trata de entender que La Esperanza está presente en todos, en ese momento en el que suspiramos por algo que creemos que nos podría haber venido en mejores circunstancias a nosotros o a un ser querido.

Ese suspiro, es Ella; ese suspiro, es La Esperanza.

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