Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Desde la vida que me ha tocado vivir, siempre  con trabajo y una familia dispuesta a ayudarme con los hijos, no me siento capaz de emitir juicios sobre materias que nunca tuvieron que cruzarse por mi cabeza, como  el caso del aborto. Luego no es del aborto en sí de lo que quisiera escribir sino del caos de algunas decisiones políticas.

Tras este arranque deseo opinar que respeto la vida porque amo la vida.  Asumo que esto es así porque me enseñaron en casa y en el colegio, a comprender y aceptar valores humano-cristianos.

Cuando leo en las noticias las soluciones que se pretende dar a las muchachas para quitarse el problema de la maternidad no deseada me planteo, como tantos de ustedes, si el problema está ahí y, sobre todo, a dónde queremos llegar.

Algunos padres, en un intento de no “manipular” las mentalidades de los hijos, dejan de enseñarles reglas, por miedo a que estas coarten su libertad. Crecen conociendo al dedillo sus derechos, lo cual está bien, pero no hay consecuencias si incumplen obligaciones como estudiar o tener un horario. No asumen su culpa si suspenden.

Nadie les controla el tiempo en que están frente a las pantallas ni lo que ven. La falta de control paterno hará que demasiados jóvenes acaben normalizando los juegos violentos y accedan fácilmente a la ludopatía o a la pornografía. 

Y en este caos en el que están zambullidos, cuando se alejan de la seguridad de la guarida, demasiados juegan a no tener límites. ¿Quién asume las consecuencias de algunas decisiones equivocadas?

 Se está dotando a las jóvenes de la libertad de abortar como si eso no fuera a tener consecuencias en su vida posterior.  Como si la vida de los no nacidos, no fuera importante. Como si ellas, las jóvenes, carecieran de conciencia.

Por último: los hacemos mayores para algunas decisiones. Para otras no. ¿Qué castigo tienen los que pincharon a las compañeras? ¿Y quienes venden alcohol a los menores?

Repito: ¿hasta dónde queremos llegar?

Ser padre es una responsabilidad enorme que se intensifica en la adolescencia.

Enseñar valores a los hijos y hacerlos responsables es imprescindible.

 

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