Análisis

José guerrero 'yuyu'

Delirios de grandeza

La excelencia solo se debe exigir cuando los puntos sobran y al Cádiz le falta para eso

La situación del Cádiz actual depende de la deficiencia visual que tenga cada aficionado. Si es usted de los que usan gafas de cerca, sacar un solo punto de los últimos cuatro posibles es para echar a Cervera y traerse a Luis Enrique a la mayor brevedad posible, que diría Lopera. Si usted es de los que usan gafas de lejos está de enhorabuena, porque desde la distancia se contemplan las cosas mejor y se ve claramente que estar salvados a 10 jornadas del final y estar en cuarta posición disputando el play off de ascenso es para ponerle a Cervera y a la plantilla un monumento. Pero Cádiz es dual, es así, y siempre hay quien no está contento con nada. El fútbol tiene memoria de pez y un paseo eterno por Segunda B se olvida en menos de media temporada de buenos resultados en Segunda. Todos queremos más, no te jode, pero hay que tener los pies en el suelo. Viendo la gente que pita en Carranza al equipo (por suerte son pocos los que usan gafas de cerca) me pregunto que pasaría si el equipo subiera a Primera División y nos mantuviéramos ocho temporadas consecutivas, como en la época de Irigoyen. Se lo digo yo: en la primera temporada se cubriría el aforo de abonados casi por completo y en la octava quedaría una cuarta parte, aburrida de ver al equipo en la "mediocridad" de la zona de nadie. No sé si será un bulo o es cierto, pero se dice que en la temporada 87/88, donde el Cádiz consiguió su mejor clasificación en Primera (duodécimo lugar) Irigoyen le decía a Espárrago que levantara un poco el pie, que con el Cádiz tan bien clasificado, y sin jugarse nada, no iba nadie al estadio. La memoria sobre el césped es corta. Las alturas de la tabla marean la vista y nos impiden ver carteles de fútbol de antaño, con rivales que el cadismo no imaginó ni en la peor de sus pesadillas.

La falta de oxígeno de las alturas impiden ver campos de fútbol en polígonos industriales, con tapias encaladas pegadas a la espalda de nuestro portero. Pues de eso, queridos, no hace tanto. No son tiempos de Carvallo, Machicha o Urruchurtu. Sin tiempos que, por desgracia hemos podido ver todos los cadistas con razón de ser. Tiempos de llantos en miranda de Ebro, tiempos de llantos en Carranza con penaltis ante el Lugo, nuestro rival de hoy. El fútbol es un ordenador personal Spectrum de 48 K, la memoria reducida a su máximas expresión.

16 semanas seguidas en play off son suficientes para romperse las manos aplaudiendo al equipo al inicio de cada partido en Carranza. Es de justicia. Cervera puede estar tranquilo cuando dice que quizás su juego no divierta pero que él quiere ganar. Y la mayoría de la afición también, Álvaro. La excelencia futbolística solo se debe exigir cuando los puntos sobran y al Cádiz le falta mucho para eso. Eso sí, puntos nos sobran para la salvación, pero por lo visto eso no basta para un sector de la afición. Solo hay que echar la vista atrás, no demasiado, y entonces, solo entonces, se dará cuenta alguno del temporadón que está haciendo este Cádiz. Disfruten.

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