Puente de Ureña

Cuentos de Navidad

Pero todo tiene un origen chabacano. El villancico es propio de villanerías

Llega la noche más fría. La noche que afirman hoy, en Belén, está sobre cuatro grados. Tan fría como la falta de fe de tanta gente. Como la maldad fluyendo con su magma de odio. Con esta sociedad que acude a la cueva de Platón para consumir y para ser consumida. A este estado psicótico de la materia (lo material) le llaman plebeyo o chabacano. La política actual lo salpica todo. A lo peor es por su lenguaje apofántico y desconsiderado. Pero me estoy saliendo de madre.

La tristeza es una pared destruida. Algo que va por dentro como una casa deshabitada. La tristeza que añora es peor. Recuerda uno demasiado. Los que fueron. Las caras neutras del ayer pasando en nuestras mentes. Los que están. Los que se aferran al egoísmo ultra del ombligo para seguir siendo. A golpe de osadía, nunca a golpe de calidad literaria o de la otra.

Malos tiempos para la fe, para la lírica, para casi todo. Al amanecer, cuando es tradición que los pastores adorasen al niño, veo el goterón de Venus reflejado en una laguna del saladar. Alguna nube neutra, algún trozo de tiempo.

Es tradición que San Francisco de Asís en una cueva cercana a su iglesia, creó el primer nacimiento donde el cuerpo de Cristo se representó con pan y vino. Qué hermosa metáfora, la hostia consagrada era la misa y el misterio de la Natividad.

Pero todo tiene un origen chabacano. El Villancico propio de villanerías, ¿Villarejos?, que más tarde quedaron como canciones propias de la Natividad. Desde San José fue carpintero/y la virgen costurera/y el niño recoge astillas/ para encender la puchera/ al Adeste, fideles, Laeti triumphantes, Venite, venite in Bethlehem! Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Góngora, Calderón escribirían nobles villancicos ya religiosos para acompañar el nacimiento.

De los populismos llanos/nunca te puedes fiar/ que siempre serán más villanos/los más flojos del lugar/. Juan del Enzina con sus villancicos eróticos contra el arte de encornudar, flota en la historia de la literatura medieval. Fama es su aucto del repelón y también Lucas Fernández con sus Églogas de Navidad. En la Isla, la Coral Logar de la Puente, rescata estos villancicos laicos y sus músicas medievales.

Pero lo que resulta chabacano, como escribe la infinitivos, son los restos del español en Filipinas, ¿chabacana lengua dialectal?, carente de femenino y de plural. Los integrantes de la vieja marina colonial, los Gatell, los Cróquer, los Melgarejo, los Ristori, pasaron con sus barcos por allí, y por el Sotavento de Luis Berenguer, que eso es escribir y no la tagala andaluza.

Al final, vuelvo al redil. Sigo pensando en el nacimiento marismeño y el goterón de la estrella sobre el saladar me hace pensar en un belén cuasi romero aquí: /La luna aquí es un pescado/ En un palangre de estrellas./Arte de pesca con huella/ De todo lo que ha alumbrado./El hombre duerme cansado/Sueño avante, a su deriva. /La luna es más sensitiva/Cuando llega el nacimiento./ Luz de resol ceniciento./Mar adentro. Noche arriba...

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