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Una de las alegrías de este otoño ha sido el poder cumplir una promesa hecha a mis primeros compañeros de trabajo: reunirnos en casa antes de que el frío arreciara.

Que tenemos que hablar de muchas cosas, compañeros del alma, compañeros…

Sí. Ya sé que don Miguel no pone compañero en plural. Pero yo aprovecho esos versos porque cuando hablo de antiguos compañeros, me refiero a las personas con la que tuve la suerte de compartir trabajo y vida. Más de cuarenta y tres años en un mismo centro educativo dan para hablar con propiedad.

Y se cumplió. Algunas no pudieron acudir, pero la alegría de las que lo hicimos era evidente.

En una reunión así saltan los recuerdos buenos y las risas. Y sin verbalizarlo, para no ponernos tristes, se entreveraba el recuerdo de esas personas queridas que ya no se encontrarían más entre nosotros.

Conservo fotos de nuestras bodas. Invitar a los compañeros a nuestras primeras viviendas formaba parte de un rito tan asumido como si se tratara de tus propios hermanos.

Recuerdo el compañerismo que había… Esa ayuda en el día a día ante las pequeñas dificultades, como alguna noche con un hijo enfermo por el virus que fuera. Fue siempre tranquilizador contar con la comprensión de tu compañera, que abría la puerta medianera mientras lo llevabas al médico y se hacía cargo de las dos clases de más de cuarenta alumnos.

Vino a mi memoria la obra del colegio nuevo. Con el patio vallado y las máquinas a tope. Merecía la pena aquel ruido sin dejar de trabajar. Cuando silenciaban las grúas, seguíamos explicando. La luchadora sin tregua de ese proyecto ilusionante fue la hermana Josefa, nuestra primera directora, con la ayuda incondicional de unos padres de familia, muy implicados en lograrlo. El proyecto llegó a buen fin. Y allí continúa, revitalizado con otros compañeros más jóvenes.

Fue una tarde preciosa, y agradezco el esfuerzo de cada uno por acudir.

Ojalá encontremos razones alegres para volver a reunirnos.

Tal vez, una buena excusa podría ser proponer algún reconocimiento público para la hermana Josefa Aranguren por su ímprobo trabajo en favor del centro.

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