Fútbol El Cádiz CF, muy atento a una posible permanencia administrativa

Análisis

Benito Olmo

Cádiz, una ciudad de librerías

Si la cultura de una ciudad se mide por la audacia de sus librerías, en Cádiz vamos sobrados

Hace tiempo, desde el ayuntamiento se habló de una iniciativa llamada ‘Cádiz, una ciudad de libro’. Aún sin desagradarme la idea, creo que no sería justo hablar de las historias que nacen en Cádiz sin referirnos a aquellos que hacen de puente entre los libros y los lectores, mercaderes de sueños que muy pocas veces reciben el reconocimiento que merecen.

Si la cultura de una ciudad se mide por la audacia de sus librerías, en Cádiz vamos sobrados.

Permítanme aprovechar la fecha para agradecer de forma pública y notoria los esfuerzos de todos aquellos que ejercen este oficio en este rincón al sur del sur. Desde los veteranos del ramo hasta los recién llegados, Cádiz se diferencia de otras capitales en que cada una de sus librerías tiene su propia personalidad y carácter. Cada lector, por tanto, puede encontrar la horma de su zapato con sólo darse un paseo de un barrio al siguiente.

El hueco dejado por las hermanas Raposo, a las que tanto echamos de menos, ha sido suplido con creces por la librería María Zambrano, que ha sabido ganarse el corazón de sus vecinos con una colosal apuesta por la cercanía y el buen gusto. A tiro de piedra, la librería Plastilina navega como un barco corsario a los mandos de un capitán que aprendió el oficio del mejor maestro posible y que colma de actividades una ciudad que no anda sobrada de apuestas culturales. De hecho, le debemos el Encuentro de Literatura Gaditana que este año celebra su séptima edición, un cita que se ha convertido ya en un día señalado para todos los amantes de los libros de nuestra ciudad.

En la calle Acacias, en un establecimiento tan reducido como una trinchera, la librería Goofy suple la falta de espacio con una cuidada selección editorial que no se limita sólo a las novedades editoriales de cada mes. Con criterio, suministra lecturas a su vecinos con la rigurosidad de un bibliotecario empeñado en aplicar las máximas de Ranganathan: A cada libro su lector, a cada lector su libro.

A orillas de la Plaza de España (que lugar tan formidable para una feria del libro), La Ratonera da la bienvenida a propios y extraños en un espacio tan acogedor que dan ganas de quedarse a vivir allí. A sólo unos minutos se encuentra la librería más antigua de la ciudad, la librería Jaime, donde vale la pena detenerse y dejar pasar el tiempo merodeando de un anaquel a otro y disfrutando de la variedad que ofrecen sus dos plantas de puro disfrute.

A menudo sacio mi apetito lector con libros de segunda y tercera mano. Quienes gusten de las librerías de lance y de la emoción de sumergirse en pilas de libros antiguos en busca de algún tesoro que haya pasado inadvertido ante los ojos de otros curiosos, tienen a su disposición la librería Raimundo, de la que soy asiduo y en la que he encontrado más de una joya.

Apenas unos cincuenta metros separan a La Clandestina de La Cápsula. Mientras la primera se ha erigido como una especie de oasis en el que desconectar del ajetreo del día a día en lo que dura un café y un trozo de tarta, la segunda apuesta por el maridaje entre literatura, música y moda. La combinación suena grotesca, pero ellos han conseguido que tenga todo el sentido del mundo. Si la visitan, sabrán por qué.

En el corazón de la calle Ancha, la librería Quorum se alza como uno de los referentes literarios de la ciudad. Culpa de ello la tienen sobre todo sus libreras, veteranas del oficio que exprimen al máximo las posibilidades de un espacio en el que es fácil sentirse como en casa. Cuando vayan a verlas, les animo a no quedarse en la entrada, donde colocan las novedades editoriales. Les aseguro que si siguen adelante y se pierden por sus pasillos, encontrarán más de una sorpresa.

Como ven, en Cádiz tenemos librerías de sobra en las que perdernos y disfrutar. Hay más, pero creo que esta selección es bastante representativa de lo que pueden encontrar. Sin embargo, no puedo terminar esta reflexión sin recordar uno de los lugares más queridos de nuestra ciudad: la librería Manuel de Falla. De hecho en mi última novela, Tinta y fuego, esta librería juega un papel fundamental. A apenas un mes de la jubilación de Juan Manuel Fernández, librero de raza, permítanme reproducir las palabras que le dedico en los agradecimientos de esta novela:

“La librería Manuel de Falla sigue en pie, al menos mientras escribo estas líneas. Se trata de un lugar maravilloso que todo amante de los libros debería visitar al menos una vez en la vida. Ojalá fuera eterna”.

Feliz día del libro. Feliz día de las librerías.

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