Hace ya algún tiempo que circula por las redes este curioso nombre. Sobra decir a quien se refiere, y sobra decir que el mismo fue acuñado para quienes, en un claro alarde democrático, jamás aceptan, desde su privilegiada torre de moralidad, lo que las urnas puedan decir. Más curioso resulta que ni Álvarez, ni Ojeda, ni Torres ni De la Encina han gozado del privilegio de sobrenombres ridiculizantes, lo cual deja claro el talante de unos y de otros, carentes de sentido del humor, la verbigracia gaditana y como no evidente aceptación de los resultados que no les gustan.

Ya en su momento, Hernán fue objeto de la germanización de su nombre, en clara alusión al totalitarismo de aquellos años 30, pues nadie olvida aquel Herr Man.

Tampoco se libró de las burlas Gago cuando circuló aquella caricatura vestido con el hábito del Dolor y Sacrificio y el Senatus con las siglas PSOE, lo cual le libró de mayores burlas. Moresco pasó desapercibido, pero Alfon Socavón no se libró, aunque nunca entendí el porqué. Ahora, policías amotinados y algunos ruidosos ponen nombre a la alcaldía, más por la fonética y sonoridad que por la realidad de los hechos, al igual que ya ocurriera con Candón. Y ello me lleva a la siguiente conclusión.

Está claro que nunca se puede ser sal de todos los platos, jamás nadie podrá recibir una aprobación del cien por cien, pero eso requiere empatía y respeto. Los tiempos, ni mejores ni peores, en donde alguien decidía y en donde la dirección y el rumbo se marcaba según los intereses, con sus claros aciertos y sus muchos fallos, con sus trepas y sus entregados a la causa, pasaron, ahora, las masas se mueven con otro rumbo, pero por suerte, la sociedad es como la juventud, a la que, de forma injusta, se la pone como ejemplo de locura, descontrol y carente del sentido del esfuerzo y el deber… claro, porque solo sacan imágenes impactantes de sus desmanes, pues, a nadie interesa la juventud sana y estudiosa que se divierte de buenas maneras y se prepara para el futuro.

Del mismo modo, la sociedad que interesa es la que grita, la maleducada y la poco respetuosa, la que hace ruido en las redes con injusta crítica por el mero hecho de buscar el desprestigio de alguien. A nadie interesa la amplia mayoría de la sociedad que sopesa con seriedad las cosas, que analiza el comportamiento de sus políticos, pero que sin llegar al insulto, y sin dejarse manipular por los gurús de la moralidad.

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