Puesto que me habéis hecho caso y os habéis reído con mi anterior artículo sobre las reglas del futbito de los antiguos chiquillos, voy ahora a contaros alguna cosa que os haga al menos sonreír. Es mi granito de arena al Carnaval, pero sin pasarme. Por eso, y para empezar, no les cuento lo de la botella, pero sí lo del burro… Iba por el camino un gañán montado en su borrico y por más que le azuzaba, le pegaba con la vara o le hacía cosquillas por debajo del aparejo no conseguía que espabilara e iba muy despacio. Uno que estaba viéndolo le recomendó: ""hiquillo, ponle en el culo pimiento chil (guindilla) que pica una barbaridad". Le hizo caso y en efecto el animal salió corriendo como un loco. El dueño quedó en tierra y no conseguía alcanzarlo. Pero entonces el mismo espectador le dijo: "Pero, hombre, haz tú lo mismo, ponte guindilla en tu culo". Aceptó el dueño el consejo y salió disparado con el picor y enseguida alcanzó al borrico.

Anécdotas las hay simpáticas y también cáusticas e incluso peligrosas. Me contó mi mecánico que una vez llegó un forastero al taller pidiéndole que le cambiara el rodamiento interno derecho porque el coche tenía mucho ruido. El hombre pidió la pieza, se la cambió, llegó el dueño, se lo llevó y al rato volvió hecho una furia porque el ruido continuaba. Le amenazó, le gritó eso de que a él no le engañaba nadie, y hasta le sacó de la guantera una pistola. Afortunadamente la mujer del conductor logró calmarlo y no pasó nada. Todo había sido que en vez de rodamiento derecho era izquierdo y el que se equivocó fue precisamente el conductor.

También hay anécdotas antiguas, algunas hasta con gracia y que cuando te la cuentan hasta te llenan de orgullo patrio. Cuentan que una vez nuestro inolvidable Adolfo Suárez, que a veces era un tanto chuleta (como por ejemplo le demostró al carajote de Tejero cuando le puso la pistola en el pecho y le dijo en son militar ¡¡ponte firme!!) fue a ver e, París al presidente Giscard d'Estaing. Llegó al palacio y en un salón largo largo, el francés esperaba majestuosamente sin moverse al presidente español que se le acercara. Suárez, que no era tonto, al ver la postura mayestática del franchute se entretuvo avanzando poco a poco mirando y remirando los cuadros colgados en la pared a derecha e izquierda, hasta que Giscard avanzó hacia él dándole la mano. Me imagino que Suárez diría para sí mismo "pa chulo yo".

P/D. Y por último, ya que hoy estoy deslenguado… a los rebaños de vacas ya no se les cerca con un alambrado con palos y espinos sino simplemente con una alambre enchufado a una pila eléctrica, de manera que cuando un animal lo toca nada más con el hocico, le da una descarga de aúpa. Pues estaba hablando con los del campo un forastero y en un momento les dijo: "Excusadme que voy a verter aguas". Se apartó y orinó precisamente sobre el citado alambre eléctrico. El calambrazo le llegó a la próstata y al ventrículo derecho.

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