La prehistoria de las playas

Cortadura, antes de ser la playa 'nudista' de Cádiz, acogió carreras de caballos, se llenó de casetas de madera y estuvo a punto de ser edificada · Santa María del Mar se salvó de ser privatizada

Imagen de las casetas en Cortadura poco antes de su derribo en la pasada década de los ochenta
Imagen de las casetas en Cortadura poco antes de su derribo en la pasada década de los ochenta
J. A. Hidalgo / Cádiz

16 de agosto 2009 - 01:00

Hubo un tiempo en el que no había polémicas ciudadanas por hacer naturismo en las playas gaditanas simplemente porque la castidad prevalecía entre los bañistas y usuarios. Eran tiempos en los que las autoridades publicaban bandos con estrictas normas de comportamiento, cuando hombres y mujeres no podían bañarse juntos y cuando, también, se ponía límite a los trajes de baños, que cubrían todo el cuerpo y, en algunos casos, incluso la cabeza.

Eran tiempos, principios del siglo XX, cuando la playa empezó a ser un reclamo turístico para Cádiz. La playa del Sur, la que hoy es playa de la Victoria, era una gran extensión de arena virgen. Las construcciones que hoy sirven de pantalla a lo largo del Paseo Marítimo eran entonces inimaginables. Apenas alguna villa, algún huerto y mucha tierra libre.

La década de los veinte comenzó a desarrollarse el turismo. Ramón de Carranza, alcalde de la época, proyectó en la zona de la glorieta La Cierva, un gran recinto donde se pretendía levantar un balneario, un casino y una piscina. De todo ello sólo una parte se ejecutó, pero fue suficiente para que la playa se convirtiese en el epicentro del verano. Se fijó una parada para el tranvía y los coches comenzaron a ocupar espacio en busca de aparcamiento.

Frente al desarrollo de la Victoria, Cortadura continuó siendo una playa salvaje, demasiado lejos aún de un término urbano que acababa en la muralla de Puerta Tierra y que apenas si tenía vida en extramuros. Fue en los mismos años veinte cuando se proyectaron carreras de caballo en esta zona del litoral. Ya se habían celebrado antes en la Victoria, pero el Ayuntamiento quería un equipamiento con mayor prestancia. Se llegó incluso a diseñar una tribuna de cien metros de longitud a ubicar a una distancia equidistante del fuerte de la Cortadura y de El Chato, completado con servicios para caballeros y damas y cuarenta casetas de madera.

Estas casetas de madera nunca se levantaron, pero sí lo hicieron otras que, sin norma ni diseño, comenzaron a poblar la playa de Cortaduras hasta que la piqueta las tiró a mediados de los años ochenta.

Las casetas, amplias muchas de ellas, se convertían en auténticas residencias para los veraneantes e incluso para algunos que en ellas vivían todo el año, a pesar de la falta de una red de servicios. Levantadas junto a las dunas, estaban rodeadas de basura, de mucha basura.

El gobierno socialista de Carlos Díaz proyectó a principios de los ochenta una profunda remodelación de todo el litoral. Cayeron las célebres casetas de mampostería y las pequeñas de madera en La Victoria, todas 'legales' pues eran propiedad del Ayuntamiento. Y cayeron las que particulares habían levantado en el límite de esta playa y en Cortadura.

Cortadura comenzó entonces a vivir su etapa más dorada, como playa virgen y cuidada, junto a la playa urbana en la que se había convertido la Victoria. Sólo el susto de finales de los sesenta y principios de los setenta, cuando dos proyectos privados y uno municipal intentaron convertir esta zona del litoral en una pequeña ciudad con grandes torres de pisos y hoteles. De todo ello sólo quedó un acceso para el tráfico rodado, reconvertido en entrada a una playa que luce ya la bandera azul y su carácter de recinto natural. O naturista, para algunos.

Otra playa que también los temporales de la historia fue la de Santa María del Mar que estuvo a punto de ser privatizada en la década de los cuarenta cuando una empresa inmobiliaria se hizo con la urbanización de Bahía Blanco y Santa María del Mar.

La promotora quiso privatizar la playa: "El acceso a la playa será de pago, así como los servicios de la misma con objeto de conseguir que esta playa, como consecuencia lógica de emplazamiento, tenga el tono que corresponde a la nueva zona que se urbaniza y zonas ya urbanizadas de la avenida del general López Pinto (hoy Andalucía), de viviendas habitadas por la clase media, de condiciones moral de educación tales que se sientan molestas con la gran promiscuidad y abandono de otros elementos menos cultos de la sociedad".

Evidentemente, esta locura no se ejecutó aunque sí se levantó parte del balneario que iba a dar servicio al litoral, equipamiento que se fue deteriorando con el paso del tiempo hasta desaparecer de forma definitiva hasta la reforma que se ejecutó en la zona ya en los ochenta por parte de Costas.

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