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Manuel Vilas | Escritor

“Una persona que lee libros se convierte en alguien activo, que reclama cosas”

  • El autor aragonés pronuncia esta noche en el Baluarte de la Candelaria el pregón de la 37 Feria del Libro de Cádiz, que se celebrará hasta el domingo 17 con la presencia de una amplia nómina de escritores

El escritor aragonés Manuel Vilas.

El escritor aragonés Manuel Vilas. / Juan Carlos Vázquez

Comienza una nueva edición de la Feria de Libro de Cádiz, la número 37, y lo hace esta noche a las nueve con el pregón que pronunciará en el Baluarte de la Candelaria el escritor Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962).El autor anuncia un texto que anime a la lectura como sinónimo de una sociedad más libre y reivindicativa.

–¿Cómo afronta escribir el pregón de una feria del libro?

–Cada feria del libro tiene un pregón, es una tradición que un escritor inaugure con un pequeño pregón en el que suele haber una invitación a la lectura. También con la idea de acentuar la parte festiva, libro, feria y fiesta, y socializar el mundo de la lectura. Aquella ciudad que tiene una feria del libro apuesta por el progreso y la modernidad, hay sensibilidad por la cultura. En España, pueblos a partir de 25 o 30.000 habitantes tienen su celebración del libro, así que no estamos tan mal.

–En ese punto, al menos.

–No, en la idea de visibilizar el libro en España, de hacerlo visible a través de una feria, creo que es de los países punteros en Europa.

–La palabra pregón suena a grito. No sé si hará gritando esa invitación a la lectura.

–La palabra pregón es un poco castiza y un poco viejuna, diríamos ahora, pero se usa en todas partes.

–Será una invitación calmada...

–Sí, es una invitación a la lectura, un repaso por aquellos libros de la historia literaria que puedan despertar el amor por los libros, de explicar por qué hay que leer. A veces nos llevamos todo el día diciendo que hay que leer, pero no sabemos decir por qué. Eso no es tan fácil... (Ríe).

–¿Y se puede resumir un poquito sin desvelar el pregón?

–El porqué, a veces, es un poco incómodo. Es porque queremos saber más, porque queremos ser más inteligentes y queremos ser más libres. Y ahí, cuando queremos ser más libres, es cuando aparece el matiz sociopolítico que tiene la lectura. Cuantos más libros lee una ciudadanía, más exigente se vuelve y, por tanto, reclama políticos más inteligentes y un estado sociopolítico más hábil, más eficaz. Una persona que lee libros no se deja engañar, los populismos baratos los detecta al instante y cuando ve que se están haciendo mal las cosas, lo sabe ver perfectamente.

–Es un buen parapeto.

–La lectura nunca es un acto que sea pasivo, que se quede dentro de ti. Una persona que lee libros se convierte en alguien activo, que reclama cosas, pide, demanda...

–¿En su etapa de profesor de Secundaria se encontró ya a alumnos que buscaban los resúmenes de los libros en internet o que veían la película para hacer un trabajo?

–Sí, sí, pero no es tan alarmante eso. Creo que ahí hay un problema de que el sistema educativo tiene que modernizarse. Los chavales no tienen la culpa de todo esto, me parece injusto, y lo digo yo que lo he padecido, que he mandado leer y no me han leído. Las personas que tienen experiencia como docentes saben que el problema es otro, es que el mundo está cambiando y que el sistema educativo tiene que cambiarse; hay que saber qué libros pones, valorar quién tienes delante, qué intereses tienen los chavales, cada chaval es un mundo y hay que acertar con el libro que le das.

El sistema educativo tiene que modernizarse y hay que invertir dinero. Es muy sencillo: si tú tienes clases de 30 alumnos, no vas a poder hacer nada; si tienes doce, los doce te van a salir lectores. Los chavales no tienen la culpa de nada, los chavales tienen las neuronas nuevas; los maestros la tienen gastadas. El mundo ha cambiado y la lectura tiene que ofrecerse de una manera más moderna, más atractiva.

–¿Es inevitable entonces que caigan los índices de lectura?

–A ver, es que por otra parte nunca había habido en este país tantas bibliotecas públicas como ahora, tantas librerías como ahora ni nunca tantas ferias del libro. Por tanto, a veces nos autoflagelamos en exceso. Claro que nos gustaría que se leyera más, acercarnos a índices lectores como Alemania y Francia. Pero hay una cuestión que tiene ver con la sociedad de un país. Si tú tienes puestos de trabajo donde se paga poco, se paga mal y se trabaja mucho para nada, no le vas a pedir a ese pobre señor o señora que luego llegue a su casa se ponga a leer a Faulkner...

–No está entre sus prioridades ni sus posibilidades.

–Leer es un ocio inteligente pero también hay que propiciar sociedades que puedan tener ese ocio, y también nivel adquisitivo. ¿Por qué se lee más en Alemania o Francia? Porque tienen más dinero. Si tienes un sueldo medio como el de Alemania de 2.000 euros, tú puedes sacar 30 o 40 euros para comprarte unas novelas; pero si lo tienes de 1.000 euros, ya no es lo mismo.

–Es verdad que hay una buena red de bibliotecas, hay librerías pero, además, parece que hay mucho libro publicado.

–Yo creo que las instituciones públicas no deberían publicar tanto, porque esos son libros para regalar y nadie los compra. Eso no tiene sentido,que con dinero público se editen libros que son para regalar o están ahí muertos de risa en los sótanos de diputaciones o ayuntamientos. Para eso están las editoriales, eso es una competencia desleal. Si tienes dinero público, te da igual si vendes o no vendes absolutamente nada, no hay pérdidas.

–Hay un tuit suyo en el que dice que decidió meter la poesía en sus novelas para que la gente se diera cuenta de que la sigue necesitando. No sé si la poesía es quien más pierde en este mundo de menos lecturas.

–La poesía siempre tiene dificultades para hacerse valer. Yo puse ese tuit como ironía para dar a entender que la gente, aunque a lo mejor no la busque en un libro de poemas, sigue necesitando poesía, necesita un ideal, belleza, que la vida es un algo más. A veces, se ha practicado una poesía oscura, que puede ser maravillosa y muy honda, pero también tiene el punto de que los lectores siguen huyendo de ella. Hay gente que lee novelas complejas, literatura compleja y que la poesía no le dice nada.

–Cádiz aspira en 2025 a celebrar el Congreso de la Lengua, en competencia con San Millán y Salamanca. ¿Qué le parece la candidatura?

–Cádiz tiene algo muy importante, que es la mirada atlántica. Justo Cádiz tiene una simbología especial porque es un puente entre las dos orillas, que es lo que es el español. Las dos orillas aquí son importantísimas; aquí o se camina con Latinoamérica o no hay camino. El español no tiene propietario y más nos vale que así sea. Cádiz simboliza geográficamente, estratégicamente, esa voluntad trasatlántica, que es la que tiene el español. Hace falta que eso lo sepan saber valer. Si tenemos una posibilidad de que nuestra lengua tenga una relevancia internacional es por Latinoamérica, y Cádiz simboliza el puente hacia ellos.

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