Cultura

La vida y la muerte de la antigua Grecia en 'El jardín de las Hespérides'

  • El Centro Unicaja de Cultura acoge una exposición que reúne cincuenta vasos helénicos procedentes de la colección del Museo Arqueológico Nacional · La muestra podrá contemplarse hasta el 15 de enero

Lo terrible habita en lo desconocido. Por eso, en los bordes de su geografía, los antiguos griegos situaban el horror: el Tártaro, el Hades, última Thule. El Hades comenzaba en nuestras orillas, a partir de las columnas de Hércules. Y junto a los infiernos, por supuesto, se encontraba el Paraíso: los jardines de las Hespérides. Allí acudió Heracles a conseguir la inmortalidad. Y una vez se hizo con las doradas manzanas y dio muerte a la serpiente -todo héroe tiene un dragón a sus pies-, Heracles volvió a Grecia convertido en semidiós.

Invertir la ruta del griego -traer al confín lo que fue la realidad helena- es lo que pretende la muestra que se inauguró ayer en el Centro Unicaja de Cultura (CUC): El Jardín de las Hespérides. Vasos griegos en el Museo Nacional. Una exposición que reúne cincuenta de las piezas más significativas del Departamento de Antigüedades Griegas y Romanas del Museo Arqueológico Nacional. "Institución -apuntó el director de la Obra Social de Unicaja, Felipe Faraguna- que se encuentra actualmente en obras, y que ha aprovechado esta circunstancia para organizar una serie de muestras itinerantes por todo el país con parte de su colección. El jardín de las Hespérides se integra, de hecho, en esta iniciativa, y ha sido expuesta con anterioridad en Málaga con un gran éxito de público".

En un arco que abarca del siglo XII a.C. al siglo III de nuestra era, "la exposición -explicó una de la comisarias de la misma, Paloma Cabrera- está dividida en dos grandes núcleos: Tiempo y espacio, donde se hace un recorrido por la historia helénica desde la época de los palacios, y Un mundo en imágenes, que muestra un repertorio iconográfico del universo griego tanto desde la perspectiva del mito como desde la cotidianeidad".

Así, la muestra se abre con la era de los palacios y sus vasijas del 1.300 a. C. Tras la Edad Oscura, comienzan a aparecer en las cerámicas griegas los motivos geométricos y las esvásticas solares. Un estilo que viene a chocar de frente con los trazos orientalizantes, polícromos y sinuosos, que surgen con el florecimiento de la clase comercial. La aparición de las polis y de los grandes señores, así como la edad dorada de Pericles, quedan reflejadas también entre los surcos de la arcilla.

Y todo lo divino y lo humano. Las escenas de simposios masculinos grabadas en las panzas de las ánforas, las parejas de lapitas, las cajas de tocador con premonitorias escenas de sátiros y doncellas, los vasos nupciales (lebes gamikos) decorados con escenas de novias en pleno baño ritual, mujeres con bandejas de granadas -el fruto que sangra en otoño e invita a ir al más allá-, amazonas de pechos firmes con galgos a sus pies, ángeles andróginos que sobrevuelan a Io, coronada con una imponente cornamenta, sirenas que tañen y lloran sobre una urna funeraria, Heracles que vence -como dijimos- a su agonizante monstruo bajo el árbol sagrado. Todo un despliegue que nos va descubriendo -tal como puede leerse en las explicaciones- un doble velo: el de la lejanía que provoca el tiempo y el de la extrañeza de lo que es ajeno.

"Traer hasta aquí una exposición de estas características -comentaba otra de las conservadoras, Ángeles Castellano- forma parte de la política de apertura que pretendemos seguir en el Arqueológico. Nuestro mayor interés es llevar todo lo que podamos a todas las comunidades ".

Por ello, desde Unicaja, no descartan futuras colaboraciones con la institución estatal. Sobre todo, de cara a las celebraciones del 2012.

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