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Cultura

El método Sánchez

  • El actor y director Juan Carlos Sánchez conduce el curso 'Máscaras contemporáneas', sobre la construcción de personajes, en La Ofendida

"¿Dónde está la Comedia del Arte hoy?". El actor y director Juan Carlos Sánchez se hizo esta pregunta hace más de treinta años tras su encuentro con los actores de la compañía italiana del Piccolo Teatro de Milán. La respuesta derivó en un método para la construcción de personajes que lleva difundiendo con gran éxito en sus décadas de carrera como docente. El método de Máscaras contemporáneas. El método Sánchez. Una fórmula basada en modelos básicos de los siglos XVI y XVII que ha centrado el curso que culmina hoy en la escuela gaditana La Ofendida.

Minutos antes de que los siete alumnos entren en el aula, Sánchez explica la metodología de su sistema. "El objetivo de este curso es que cada alumno se lleve hecho un boceto de un personaje. Digo un boceto porque construir un personaje completo es cuestión de meses de trabajo".

En este "duro" camino el papel del profesor será el de "conductor", el de "guía", para que los actores no se pierdan en el proceso. El basamento, esos modelos básicos de personajes como Arlequín, Pantalone, Colombina..., las máscaras, en fin, que nos llevan al tiempo de la Comedia del Arte, un tiempo "donde el actor era también director, guionista y escenógrafo de la obra", cuando "la máscara era su recurso". "Mi papel aquí es el de sastre -ejemplifica, didáctico, Sánchez, que ha enseñado su método a intérpretes tan señeros como Paco León, entre otros- y estos modelos básicos son, digamos, el patrón. Así, a mis alumnos yo les enseño a hacer estos patrones de los que, luego, ellos sacarán sus diseños, sus personajes".

Y es que cualquier personaje es un híbrido de estos patrones básicos. "Todos tenemos un poco de Arlequín, un poco de Colombina, un poco de Capitán Fanfarrón... El caso es descubrir cuánto de cada uno tiene un personaje".

Los alumnos que entran en el aula de La Ofendida han trabajado estos días en estos modelos. Pero ahora toca mostrar cómo han aplicado lo aprendido a sus personajes. Cada uno "para que sea más fácil", apunta el docente, ha escogido interpretar a una persona que conocen. Una mujer que se encuentra con el hombre que le hizo daño, un joven que se enfrenta a una primera cita con una chica, una joven llena de complejos que le impiden disfrutar del amor...

Primero, antes que nada, toca gimnasia. Los actores se pasean por la sala cada uno ya con la actitud de su personaje metida en el cuerpo. Poco a poco comienzan a hablar. Dando vueltas por el aula. Juntos pero cada uno metido en su propia historia. Juan Carlos se sienta, los mira, se pasea entre ellos, los aparta y les da indicaciones. Se sueltan, se lanzan, intentan desprenderse de su piel para meterse en la de otro a los que dotan de un texto escrito por ellos y una situación también creada a su gusto aunque inspirándose en su realidad.

Después, a compartir. Uno por uno sale a escena. Los compañeros miran, analizan. Juan Carlos, en un trabajo casi de psicólogo, más que dar respuestas, lanza los interrogantes justos para que ellos encuentren las soluciones a sus conflictos. "¿Qué le ha ocurrido a esta persona para que un día normal se convierta en especial?". "¿Te moverías así si estuvieras en tu habitación?". "¿Por qué has soltado esa bolsa así?"... Atienden, se ríen, disfrutan, trabajan con ganas. La máscara los ha tocado. Sus personajes los esperan al final del camino. Y si se pierden ya tienen brújula, el método Sánchez.

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