Cultura

El 'loco' que los vuelve locos

  • El artista Dani Martín, junto con una brillante banda compuesta por once músicos, ofreció anoche el penúltimo concierto del ciclo de actuaciones del Castillo de San Sebastián

Ni todas eran chicas ni todas adolescentes ni abundaban los padres y madres sufridores (bien que lo pasaron). Un público variopinto se olvidó anoche del frío que volvía instalarse en el Castillo de San Sebastián en la penúltima cita de los Conciertos para la Libertad entrando en calor con Dani Martín. El artista puso en pie un concierto donde todo el mundo parecía disfrutar, locos de contentos, por ver un poquito más cerca a su loco favorito que, a tenor de los múltiples piropos, aplausos y suspiros que recibió, no defraudó al personal.

Muchos y muchas de los que se acercaron hasta ese "bonito y especial" enclave, como calificó el artista, eran de la quinta del madrileño (y algo más allá) aunque, cómo no, el público más cercano al escenario lo componía la chavalería. Un lugar privilegiado y ganado a pulso pues desde la tarde del pasado viernes muchos fueron los jóvenes que instalaron el campamento en la puerta de La Caleta para asegurarse el mejor avistamiento del exEl canto del Loco.

No los hizo esperar mucho Dani Martín que poco más allá de las diez y media de la noche hacía su entrada desatando la locura con Emocional, uno de los temas de su último disco de título homónimo. A partir de entonces, y hasta dos horas después, el respetable entró en trance. Cantó, botó, bailó, volvió a cantar, grabó, tuiteó y compartió digitalmente sus sentimientos. Móviles arriba no vaya a ser que un incrédulo amigo piense que no estuvimos con Dani. Y mira que lo advirtió la voz en off que daba el pistoletazo de salida al espectáculo: "Olvídense de los móviles, del whatsapp, aquí venimos a disfrutar, los protagonistas son sus ojos". Pues nada, oye. Pero fue la única orden incumplida por la legión de seguidores que, por lo demás, obedeció cada petición de su ídolo que los hacía agitar palmas, dar saltos y cantar, volviendo el micrófonos para hacerlos cómplices de su espectáculo.

Un montaje bien preparado. Buen sonido, buena iluminación, buena puesta en escena y unos músicos sobresalientes. El artista -que bien ponía las pilas a los aficionados con Un millón de luces, bien los encadilaba con Teatro o Eres- estuvo arropado por una banda de once profesionales entre los que se contaban un trío de vientos, las cuerdas del violín y el violonchelo, dos eléctricas, bajo, piano, batería y coros. Una banda implicadísima en el desarrollo del concierto, poniendo energía a temas como Eres tonto, y Nada volverá a ser como antes, gracia a la irónica Estrella del rock y todo un vestido de buen gusto a Por las venas.

El cantante sacó todo su repertorio de miradas ("cuando mira hacía aquí parece que es por mí", se ilusionaba una muchacha), energía y zalamerías dedicadas a la ciudad donde veranea y espera hacerlo "por muchos años", además de expresar su sincero agradecimiento a los gaditanos por "recibir a la gente como lo hacéis, ser tan naturales y tener tanta gracia", dijo antes de reconocer que estaba prácticamente hipnotizado por el faro del castillo al que no podía "dejar de mirar".

"Es un puto placer estar aquí", resumiría el intérprete en un arranque canalla que aplaudió el público donde también se encontraban los padres del cantante. Caramelos, Caminar, Contigo, Ya no estás... Temas nuevos, de su primer disco y algunos éxitos de su proyecto musical anterior se iban enlazando. Medios tiempos, baladas y canciones rítimas se alternaban en el repertorio. La suerte de mi vida, Beatles and Stones, Tal como eres, Insoportable... A cada cual más querido por su público que fue feliz hasta la locura.

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