Cultura

Mi corazón fue volando a tu servicio

  • Quorum. La librería es el local emblemático de una iniciativa que unió a Pepe Jaime y Pedro Rivera. Un proyecto que incluiría su propio sello editorial y dos negocios más, Qüentum y QiQ

EL de librero es un oficio con tintes de sacerdocio: muy a menudo, llega por iluminación o por imposición de manos. A veces, llega por ambos. Ese es el caso tanto de Pedro Rivera como de Pepe Jaime, que unieron fuerzas hace 25 años para fundar lo que sería el grupo Quorum Editores.

Pedro Rivera recuerda que la librería de su padre, de corte generalista, ejerció como punto de encuentro para el grupo literario Marejada, del que él mismo fue el miembro más joven. "Después probé otras cosas", dice. Pero la fuerza centrípeta terminaba llevándolo siempre al libro. Pepe Jaime, también librero por iluminación y por imposición, empezó en la librería familiar de Corneta Soto Guerrero.

Juntos abrieron las puertas de Quorum -que había sido hasta el momento una sede bancaria- en agosto de 1991. A esta le seguirían Qüentum -la librería especializada en infantil y juvenil-, en 1998, y QiQ, antigua librería de La Marina. Además de un sello de edición propia, que inició su andadura en el 93 con El habla de Cádiz.

"Como todos, este es un negocio que hay que mantener -comenta Pedro Rivera-. Pero el libro es un producto complicado que hay que cuidar. El librero ha de actuar, antes que nada, como un protector del libro y de la lectura. Es un oficio que implica esfuerzo, constancia. Muy laborioso. Y luego, el librero tiene que convertirse en un agente cultural en el entorno en el que vive, participando y promoviendo actos, ferias del libro, encuentros y demás".

"Precisamente -añade Pepe Jaime-, ayer estaba haciendo una relación para un concurso público y, de momento, este año, hemos organizado casi cuarenta actividades. Y si contamos los actos previstos, sumamos cincuenta y siete".

Tienen la suerte, desde luego, de contar para ello con distintos escenarios, los tres muy diferenciados. Quorum, la librería matriz, sigue siendo una librería de corte generalista: sus 400 metros de exposición parecen quedarse cortos y, de hecho, existía un proyecto de ampliación que tuvo que pararse a raíz de la crisis. Qüentum y QiQ se trasladaron pronto hará un año desde sus locales respectivos en la plaza de Mina y en la calle Nueva. El nuevo emplazamiento ha aprovechado la cafetería del local (ocupado anteriormente por Libros de Alejandría) como punto de encuentro y apoyo para presentaciones: "Hubiera sido una pena no aprovecharlo, y así incluimos algo novedoso, en la línea que inició aquí La Clandestina".

Con este traslado, QiQ se ha especializado en libros de ediciones artísticas o ilustradas, álbumes, cómics... En parte, encaminado a servir de "enganche" con el público adolescente -la edad en la que se produce el gran crack de los índices de lectura: mientras no pasa de los trece años, el lector español presenta unos índices modélicos-. Además de la selección de los "cien libros recomendados que, según nuestros criterio, pensamos que toda persona debería leer", indica Pedro Rivera.

Cien títulos.

En total, calcula Pepe Jaime, podrán recibir entre quince y veinte mil títulos al año. Gestionar todo eso es, evidentemente, una barbaridad: "A veces no te da tiempo ni de mirar bien un libro, y pasa por el expositor sin pena ni gloria... Todos los libreros tenemos una falta material de tiempo para realizar un análisis exhaustivo de todo lo que lleva".

"Se publica tantísimo que no hay librería que lo soporte -añade su socio-. El ejercicio de selección que hay que hacer es tan grande que eso, de alguna forma, hace que cuides más los libros que puedes acoger, que sean los que merecen la pena. Cuando existe tanta inflación de libros, mucho no está a la altura, así que hay que seleccionar y cuidar".

Y, ¿cómo maravillárselas ante la marejada de papel? "Pues con muchísimo trabajo y muchísima dedicación -prosigue Pepe Jaime-. Es un oficio que hay que mirarlo para conocerlo: de puertas para adentro, o detrás del almacén, es algo completamente distinto, una tarea que nunca se acaba".

Pepe Jaime apunta que precisamente, al forzar una selección minuciosa, la hiperpublicación puede terminar ofreciendo un salvavidas al librero: su criba "irá marcando la personalidad de la librería, que casi no tiene más remedio que ser muy diferente a la de un centro comercial o una gran superficie".

Para Pedro Rivera, las armas de las librerías pasan por "redimesionar el sector": "Difícilmente se va a facturar lo que se facturó en 2008 -explica-. Pero los que quedemos, nos ajustaremos a la realidad. Tal vez sea hasta bueno: podemos trabajar con más sosiego, las cosas se seleccionarán más... No todo tiene por qué ser peor, hay resquicios, más allá de los casos de competencia desleal, que muestran que puedes adaptarte a la caída, a la mordida, como decías..."

"Yo creo que la clave es intentar sobrevivir en el día a día, no plantearte la situación más allá de ocho meses -comenta Pepe Jaime-. La situación comercial está muy mal y el consumo, totalmente devaluado. Quien pierde el empleo destina los recursos a la supervivencia, y a este país le va a costar recuperarse del páramo. Nunca hemos llorado porque el negocio ha ido funcionando, pero últimamente hemos hecho muchos equilibrios. Hemos tenido que cerrar al mediodía por la crisis y reducir horario comercial pero, al menos, seguimos pagando nóminas todos los meses".

Para el también presidente de la Federación Andaluza de Libreros, gran parte de las "mordidas" que sufre el sector, "la globalización, o esa multinacional de la logística a costa del stock ajeno que es Amazon, tienen un fin predeterminado, no son inocentes -explica-. Porque el sector de las librerías siempre ha sido un sector muy prestigioso, en el que el ciudadano normal se ha visto reflejado. Todo lector ha tenido una librería de referencia. Las librerías son focos de cultura: si se eliminan, la gente se vuelve más ignorante y es más fácil manejarla".

El sacerdocio no es nada sin feligreses, eso es obvio. Por eso los libreros saben que su patrimonio, que su auténtico patrimonio está más bien más allá de las puertas de la librería. Y el sacerdocio librero no es nada sin dedicación. Puede haber culto al objeto, pero es absolutamente necesario el cuidado por el sujeto.

"Cuando me hablan de una ciudad, pregunto: ¿Tiene librería? ¿Es grande? -comenta Pedro Rivera-. Si tiene librería, ya sabes que debe haber cierto movimiento intelectual, y gente que se preocupa por las cosas y es sensible. Cuando cierra una librería, el que ama los libros siente un pellizco, un sentimiento real de pérdida. Y es cierto que, si se pierde el negocio de un librero, la cultura pierde. Pierde toda la sociedad".

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