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Cultura

Una cantaora entregada

  • La joven artista sanluqueña María Mezcle irrumpe con un álbum, producido por Gerardo Núñez, estrictamente clásico aunque de sonidos contemporáneos

El universo musical de Mezcle es la claridad, la luz, la melodía en tono mayor. En contraste con la naturalidad del mirabrás, su versión de los caracoles, un cante verdaderamente exigente a nivel vocal, es solemne y rotunda. Y opta por la letra tradicional del pregón decimonónico chaconiano. Frescura es la característica musical más sobresaliente de esta intérprete, pese a su contrastado conocimiento de la tradición. La cuestión, ya lo he señalado en multitud de ocasiones, es la actitud con la que el intérprete se acerca a la tradición: si desde la asunción de ésta como un lenguaje propio, para expresar las propias emociones, o desde la veneración museística.

El toque de José Valencia es una versión actualizada de la tradición, sin veleidades de ningún tipo. Todavía más clásico resulta el toque de Pascual de Lorca en las alegrías que Mezcle hace a la manera tradicional, gustándose en el contratiempo. Dos cantes por bulerías, plenas de compás y sabor, completan el contenido festero del disco. La canción en tonos mayores Bulerías del Mezcle. Y el corte que cierra el disco, en la pura tradición jerezana, con una cantaora enjundiosa y entregada, además de dominadora del mejor compás de Santiago y La Plazuela. Toda esta parte, mayoritaria, del disco, está dominada por el compás arrollador de otro sanluqueño de pro, El Cepillo, productor artístico del debut discográfico de Mezcle.

Cuatro cantes graves completan la obra, soleá por bulería y seguiriya, por un lado, y malagueñas y tarantas por otro. La soleá por bulería, tensa, con aires de La Plazuela y una guitarra tan delicada como categórica. Mezcle se gusta y se eleva en cada tercio, derrochando pasión y entrega cantaora, frescura y conocimiento, melodía y compás.

La guitarra doblada de Manuel Valencia y el cajón abren una seguiriya de evidente desarrollo rítmico. Mezcle demuestra que su entrega cantaora no se limita a los cantes festeros, sino que se extiende con toda naturalidad a las regiones de la pena. Las falsetas íntimas dirigen el cante hacia los tonos menores, esto es, hacia la melancolía, mientras que la voz se crece en explosiones de dolor y rabia. La cabal del Puerto tiene en el cajón el único acompañamiento instrumental, el único contrapunto de la voz. Aunque el martinete se presenta sin solución de continuidad, en realidad es un cante aparte, por tonalidad y estado de ánimo, más cerca del llanto resignado que de la rabia.

Y dos cantes libres, como decía. Malagueña con un arreglo de guitarra tan abstracto como luminoso, sin grandes alharacas pero muy enérgico y efectivo. Mezcle hace una interpretación morosa y solemne, sin prisas, regodeándose en su potencia y capacidad vocal. La interpretación del cante de la Trini es sencillamente magistral por la forma de lanzarse en la melodía, sin redes ni cortapisas emocionales. En los fandangos del Yerbabuena que cierran el corte hace acto de presencia una segunda guitarra doblando a la primera, palmas y cajón y una evocación de una Granada mítica que en pocas ocasiones se encuentra en el flamenco contemporáneo. Delicioso el cierre del tema a cargo de Manuel Valencia en una inhabitual, pero ni mucho menos rompedora con la tradición, forma arpegiada. Sorprendentemente, es uno de los cantes mejores de un disco muy bueno hasta el punto de que, para mi gusto, es una de las grandes interpretaciones históricas del cante de la Trini, que ha tenido cultivadores más que prestigiosos. Una verdadera lección de cante flamenco que no me canso de escuchar, contemporánea y clásica al tiempo, solemne y entregada. Una delicia. El cante que completa el disco es una taranta que presenta un novedoso único acompañamiento de percusión, de la percusión del Cepillo, a través de un ritmo ternario, una voz increíblemente afinada, vibrante, natural, luminosa para una melodía y letra clásica.

Un disco plenamente tradicional, por tanto. Una apuesta a la que no se arriesgan los grandes nombres de la escena flamenca pero que en la voz joven María Mezcle significa una declaración de amor a este arte. ¿No es eso, precisamente, lo que echamos de menos en los grandes nombres de este arte? La tradición es eso, hacer nuestro un lenguaje, entregarnos a él en cuerpo y alma. Y eso hace, lo sabe hacer a la perfección, María Mezcle. Felicidades a la cantaora, por tanto. Y gracias a Gerardo Núñez, productor del disco, que sigue apostando por los nuevos valores, en este caso del cante y desde su propio sello discográfico, El Gallo Azul.

María Mezcle. Guitarra: José Valencia. Producido por Gerardo Núñez. El Gallo Azul Records

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