Las manifestaciones antireligiosas han sido muy frecuentes en España y la diócesis de Cádiz no ha sido ajena a esta cuestión. Un suceso muy esclarecedor y poco conocido ocurrió en nuestra ciudad en octubre de 1895.
El Papa León XIII había recomendado el rezo del Rosario en público y el obispo de Cádiz, Vicente Calvo y Valero, dispuso una procesión desde la iglesia de Santo Domingo.
Elementos contrarios a estas manifestaciones organizaron, solapadamente, un concienzudo ataque contra la procesión.
Nada más salir el cortejo procesional, un numeroso grupo comenzó a increpar a los fieles y a dar gritos contra la Religión. Nadie podía sospechar esta violenta actitud y las fuerzas del orden fueron sorprendidas por los alborotadores. El gobernador civil, avisado telefónicamente, envió equivocadamente la policía a la iglesia de San Lorenzo y el alcalde, Benito Arroyo, había tomado posesión de su cargo una semana antes y debía estar despistado.
Lo cierto es que al regresar el cortejo por la calle Plocia, los fieles, con Calvo y Valero a la cabeza, fueron arrinconados. Un carro cruzado estratégicamente en la calle impedía cualquier salida.
La pedrea fue formidable y sobre los miembros del cortejo cayeron basuras, frutas podridas y toda clase de objetos. El obispo aguantó estoicamente la agresión, ordenando a todos que no contestaran y que siguieran rezando el Rosario.
En el Hospital de San Juan de Dios fueron atendidos varios lesionados, entre ellos varias mujeres. Los cabecillas de la agresión fueron detenidos y juzgados en la Audiencia de Cádiz seis años más tarde. Fueron absueltos ya que nadie pudo identificarlos.
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